Jaume Duch: «Puede que los euroescépticos ganen presencia, pero no fuerza»

Está seguro de que habrá más participación en las elecciones europeas

La Voz de Galicia, espe abuín / maría cereceda, 29-12-2013

¿Un europeísta convencido? Jaume Duch (Barcelona, 1962). Sin duda. Cree en la institución a la que presta voz apolítica y ahora, de aquí al 25 de mayo, tendrá que hacer que crean en ella ciudadanos de 28 países.

- La abstención en las elecciones europeas suele ser altísima. ¿Cómo va a conseguir implicar a la ciudadanía?

- Si a la gente le llega la información correcta sobre la importancia que tiene el Parlamento Europeo y sobre el hecho de que estos comicios no solo van a serlo al Parlamento, sino que que el ciudadano va a participar directamente en la elección de los eurodiputados e indirectamente en la del presidente de la Comisión, y si, además, se le explica que la mayor parte de los asuntos que le preocupan se deciden en Bruselas y en Estrasburgo, no en la capital de su Estado o autonomía, no veo ninguna razón por la que un ciudadano que vote en las elecciones gallegas o en las españolas no lo haga en las europeas. Al revés, veo aún más razones para votar en las europeas que en las otras.

- Eso de que el Parlamento decidirá quién presidirá la Comisión no lo tiene tan claro Alemania…

- Ese es un proceso político imparable, porque tiene una base jurídica muy sólida. El Tratado de Lisboa dice que el presidente de la Comisión lo elige el Parlamento por mayoría absoluta a partir de una propuesta del Consejo Europeo, que debe leer bien los resultados de los comicios e interpretar el juego de las mayorías para conseguir el visto bueno del Parlamento Europeo. Esa es la dinámica a la que lleva el Tratado de Lisboa, que fue ratificado por todos los Estados miembros y es ley. Puede gustar más o menos, y evidentemente gusta más en el Parlamento que en el Consejo, porque tenía la sartén por el mango y ahora ya no lo va a tener. Pero es así y, por tanto, va a ser la primera vez que las grandes familias políticas europeas lleguen a las elecciones diciendo vota a mi partido en España o vota a mi partido en Francia, sabiendo que, además de respaldar a sus candidatos, se está dando el apoyo al señor X o a la señora Y para lograr la presidencia de la UE con este programa. Porque no es solo una cuestión de candidatos. Esto no es más que normalizar la situación y hacerla lo más parecida posible a la nacional.

- La crisis ha exacerbado el antieuropeísmo y las posturas más radicales. ¿Se corre el riesgo de que esas corrientes se impongan en las elecciones y de que puedan boicotear la institución desde dentro?

- No lo sabemos. Primero, porque desconocemos cuánta gente va a ir a votar. Yo intuyo que más que en las últimas ocasiones por todo lo que ya he dicho y porque esta campaña electoral será mucho más visible que todas las anteriores. Segundo, es difícil saber cómo va a responder la sociedad sabiendo que hay países en los que el debate sí es más o menos Europa, como el caso del Reino Unido, pero hay otros, como España, en los que ese debate no existe. Los sistemas electorales no son los mismos en cada país y, por tanto, el hecho de que haya un porcentaje de gente enfadada puede tener una transpolación al Parlamento diferente en función del Estado y su sistema electoral. Es posible que haya una tendencia al aumento de los euroescépticos, pero no veo que sea alarmante. Y tampoco veo que el incremento vaya a cambiar las reglas de juego, porque tendemos a meter en el mismo saco cosas muy diferentes y que políticamente no son armónicas. Unos antieuropeístas pueden venir de la izquierda radical y otros de la ultraderecha. Y esa gente en el Parlamento Europeo no va a sumar, porque es evidente que el agua y el aceite no suman. Podrán tener en común no estar de acuerdo con mayor integración europea, pero vienen de ideologías tan diversas y tan contrapuestas que ni siquiera tendrán la intención o las ganas de coordinar posiciones. Podrán tener más presencia en el Parlamento, pero no más fuerza.

- ¿Quién manda en Europa? ¿Alemania?

- En la UE siguen mandando mucho los Gobiernos de los Estados a través del Consejo Europeo y ahí la mayor parte de las decisiones se toman por unanimidad. A partir de ahí, o mandan todos o no manda ninguno.

- Pues los presidentes de los Gobiernos dicen que es Europa la que manda tomar decisiones poco populares… ¿La utilizan?

- Todos los Gobiernos juegan con la confusión sobre qué significa Europa y Unión Europea. Es evidente que Europa no es una nube ni un ente desconocido. Europa son los ministros de los Gobiernos que toman decisiones en Bruselas, Europa es la Comisión y Europa es el Parlamento. Y Europa son, por descontado, los jefes de los Gobiernos cuando se reúnen en las famosas cumbres en Bruselas. Todas las decisiones de Europa están adoptadas por alguno o por varios de esos órganos. Por tanto, hablar de Europa en tercera persona puede ser un recurso político interesante pero no responde a la realidad.

- Pero es consciente de que se utiliza…

- Todo el mundo el mundo lo utiliza. Cuando se consigue algo positivo se dice «he sido yo» y cuando hay que sufrir algo negativo «ha sido Europa». Pero yo y Europa es lo mismo

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