Juliana Deguis Pierre tiene cuatro hijos. Trabaja como puede de asistenta en una casa. Pero pasa miedo. Como otros muchos dominicanos a los que no se les reconoce su nacionalidad. Hasta ilustres como Vargas Llosa la han defendido. Pero el Constitucional de la República Dominicana le ha negado sus derechos de ciudadana. Ha dicho que no a su petición de amparo y se ha quedado sin papeles como otros doscientos mil dominicanos. ¿Por qué? Porque el tribunal dice que los nacidos de emigrantes ilegales que viven en el país, aunque nazcan ya en su territorio, no tienen derecho a la nacionalidad. Terrible. No lo tiene Juliana, ya nacida allí, ni sus cuatro hijos. Terrible y absurdo. Ya hay un precedente en el 2005 de que otro alto tribunal, en este caso una instancia superior, la Corte Interamericana, corrigió el error de los jueces dominicanos. Fue por dos niñas, Dilcia y Violeta, nacidas en tierra dominicana como Juliana. Esta mujer vive aterrorizada y espera la decisión de esa corte superior. Ella, que jamás ha estado en Haití. Han dejado a una familia sin derechos. Santo Domingo quiere la mano de obra barata de Haití, pero no sus consecuencias. Juliana es tan de Santo Domingo como su catedral.