La extrema derecha del Frente Nacional (FN), liderado por Marine Le Pen, continúa progresando “culturalmente” en la sociedad francesa. Según un sondeo publicado por la Unión de estudiantes judíos de Francia (UEJF), el 48% de los franceses se dicen “dispuestos” a votar extrema derecha en las elecciones municipales del próximo mes de marzo.

“Estar dispuesto” y “votar” son cosas distintas. Y la “disposición” no prejuzga la decisión final. Sin embargo, la disposición a votar a los candidatos del FN coincide con otros indicadores. Hace apenas un mes, otro sondeo, publicado por el semanario Le Nouvel Observateur, concedía al FN un 22-23 % de intenciones de voto en las europeas del mes de mayo próximo: por vez primera en la historia, la extrema derecha se cotizaba como primer partido de Francia, con más intenciones de voto que el PS del presidente Hollande y la UMP del ex presidente Sarkozy.

Según el mismo sondeo de la UEJF, un 88 % de los franceses estiman que entre los candidatos del FN hay personajes que sostienen posiciones racistas. Sin embargo, otro 40% estima que “los candidatos del FN no son más racistas que los de otros partidos”. Ese dato podría interpretarse, quizá, como una trivialización relativa del racismo en el discurso político francés.

Hay otros indicadores de la banalización aparente de la retórica extremista. Un 30% de los franceses afirman que no modificarán su voto extremista incluso si sus candidatos defienden tesis racistas. Un 60%, sin embargo, cambiaría su intenciones de voto si su candidato se confirmase racista.

Comentando el sondeo de la UEJF, el presidente de esta organización, Jonathan Hayoun, declara: “El FN continúa “estructurando” el discurso del odio en nuestra sociedad”.