El máximo exponente del auge de la ultraderecha en Europa

La Voz de Galicia, Rosa Paíno, 29-09-2013

Nikos Mijaloliakos se congratula de ser un fiel discípulo de los dictadores militares griegos de los años 60 y disfruta con el apelativo que le puso la prensa: el Führer griego. En un país que se vanagloria de su resistencia a la invasión nazi, supo conjurar el cóctel perfecto para atraer a su redil a griegos desempleados, empobrecidos y radicalizados.

¿A qué se debió su fulgurante ascenso ?

Hasta el estallido de la crisis de la deuda griega, Amanecer Dorado fundado en 1980 era un grupúsculo insignificante. Su ascenso vino de la mano del descontento y el deseo de castigar a los políticos. En las elecciones del 2009 obtuvo un resultado inferior al 1 % que lo dejo fuera del Parlamento, pero en las de mayo del 2012 dio el gran salto al lograr el 6,97 % de los votos y 21 diputados. Bajó a 18 escaños en los comicios anticipados celebrados un mes después. Es la tercera fuerza política y las encuestas le dan una intención de voto de entre el 7 y el 15 %.

¿Cuál es su ideario ?

Es el grupo ultraderechista europeo más agresivo, dos diputados intentaron incluso entrar en el Parlamento con sus pistolas. Niega el Holocausto, «Mi lucha» de Hitler es de lectura obligada y la estética fascista se impone en su saludo y en su logotipo: la greca, un símbolo de la antigua Grecia que se parece a una esvástica espaciada.

¿Tomó medidas el Gobierno ?

Su entrada en política les hizo cada vez más fuertes y agresivos, con ataques casi diarios contra inmigrantes (cuatro muertos y 400 heridos en los últimos dos años) y campañas de reparto de alimentos solo a a los griegos puros. Solo un día después del asesinato del rapero, Samarás reaccionó y declaró que no toleraría que Amanecer Dorado «mine la vida social y la democracia». Solo la opositora Alianza de la Izquierda Radical acusó al Gobierno de reaccionar demasiado tarde.

¿Puede ser prohibido?

El problema es que la Constitución no contempla la posibilidad de prohibir un partido elegido libremente en unas elecciones. El fallo se cometió en 1993, cuando fue autorizado el partido, que contaba en ese año con un apoyo en las urnas del 0,3 %. Entonces nadie creía que un día podría constituir un peligro para la democracia.

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