Entrar en España de forma clandestina no es fácil. Sobre todo para el inmigrante que se cruza media África y espera durante meses en Marruecos a merced de las mafias y en condiciones infrahumanas. Por eso, tras llegar a nado a Ceuta, decenas de subsaharianos lo celebraron cantando a la vez el himno futbolístico: «¡Oé, oé, oé, oé!».

Ocurrió en la playa de la zona fronteriza de El Tarajal, por cuyo espigón intentaron entrar 350 sin papeles, según la Delegación del Gobierno. Lo lograron 91, en la que supone la mayor llegada masiva a la ciudad autónoma de los últimos años. Lo curioso es que, aunque fueron nadando, portaron varias banderas de España, que después ondearon entusiastas mientras coreaban el «¡oé oé oé oé!». Los agentes les miraban con incredulidad. Poco antes, habían alcanzado la playa en grupo.

La forma de acceder a nado es completamente novedosa en Ceuta. El delegado del Gobierno, Francisco González, explicó que, «en marea baja, el agua les llega por el pecho y el paso es un flanco débil». Muchos de ellos iban con flotadores fabricados con botellas de plástico, neumáticos y otros artilugios.

Pero muchos de los inmigrantes presentaban síntomas de hipotermia, así como magulladuras y golpes ocasionados por miembros de la gendarmería marroquí, tal y como manifestaron algunos de ellos. Fueron atendidos de urgencia por la Cruz Roja, que repartió mantas y ropa a todos ellos. Seis de los recién llegados fueron llevados al hospital con luxaciones en hombros, caderas o costados, alguna fractura nasal y heridas de diversa consideración.

A estos 91 que entraron nadando en Ceuta se les sumaron unos 100 que accedieron a Melilla saltando la valla, que se rompió por el peso y se quedó con un agujero de unos 40 metros. Y es que hasta 300 personas se aproximaron al perímetro fronterizo y literalmente «arrasaron con lo que tenían enfrente», según las fuerzas de seguridad. Además, se lanzaron objetos contra los agentes.

Seis guardias civiles resultaron heridos por contusiones sin importancia, tras ser arrollados por los subsaharianos. Uno de los sin papeles fue llevado al hospital tras romperse una pierna al caer desde lo alto de la valla, que tiene seis metros de altura.

Es la primera avalancha que se registra en Melilla desde principios de agosto. Da la sensación de que las mafias están dando salida a los cientos de sin papeles que esperan en Marruecos, antes de que llegue el otoño y las condiciones meteorológicas empeoren.

El verano que termina este domingo –caracterizado por las travesías por el Estrecho en lanchas de juguete– ha sido relativamente tranquilo en Ceuta y Melilla. La clave de esta calma fronteriza son los refuerzos que ha desplegado la Guardia Civil, unidos a la vigilancia real que, desde hace unos meses, está ejerciendo Marruecos.

Pero fuentes policiales revelan que la labor impermeabilizadora del país vecino no funcionó ayer. En el vídeo del salto a la valla, grabado por una de las cámaras que la Guardia Civil tiene instaladas en el perímetro fronterizo, se aprecia cómo dos gendarmes marroquíes rondan por su lado de la valla sin impedir que decenas de subsaharianos trepen por ella.

A todo esto se sumaba que era el Día de Melilla, por lo que, o bien los inmigrantes sospecharon que la vigilancia podría ser menor, o bien hubo boicot marroquí a la festividad en que Melilla conmemora el 516 aniversario de su fundación como ciudad española.

La consecuencia de todo ello es que los centros de estancia temporal de inmigrantes de Ceuta y Melilla están desbordados porque sus ocupantes doblan su capacidad.

Al contrario que las imágenes clásicas del fenómeno migratorio –mareos, miradas perdidas, dificultad al andar–, ayer la escena era de celebración para estos inmigrantes, que son la avanzadilla de nuevos grupos que están por venir, ya que hay centenares esperando su oportunidad en zona marroquí.

Al mismo tiempo, y mientras una patera con 16 personas llegaba a Almería, se seguía buscando ayer a los 12 desaparecidos de una embarcación que nunca llegó a Ceuta.

> ¿Qué pasa en la frontera con Marruecos?Análisis de Paqui Sánchez en EL MUNDO en Orbyt.