La crisis causa el primer éxodo de inmigrantes de las aulas

El curso pasado se escolarizaron 26.000 niños extranjeros menos que el anterior

El País, ELISA SILIÓ,Madrid, 19-08-2013

Por primera vez desde 2000, el número de estudiantes extranjeros no universitarios ha caído en España. Es la consecuencia inmediata de la crisis económica, que ha reducido la presión de la inmigración sobre el país. El pasado curso escolar hubo 26.000 estudiantes menos, lo que supone una merma del 3,3%. La calidad de la educación en España ha sido uno de los motivos que ha frenado a muchas familias inmigrantes desempleadas a retornar a su país. Pero la precariedad es insostenible y por primera vez la cifra de escolares extranjeros ha bajado. En el pasado curso los estudiantes extranjeros no universitarios disminuyeron un 3,3% respecto al anterior (26.000 menos). De representar el 10,1% del total hace cinco años se ha pasado al 9,1% en la actualidad. “En 2000 llegaban por chorreo los inmigrantes, luego se estabilizó y ahora se van por goteo”, explica Francesc Josep Sánchez i Peris, antropólogo de la Universidad de Valencia que ha estudiado su comportamiento en Gandía. “Que baje un 3% es una tendencia suave para la crisis que hay. En algunos países hay efecto llamada para que vuelvan, pero en otros el paro es el mismo que en España y, si tuvieron un trabajo, al menos están cobrando el paro”.
/ carme secanella
Clase multiétnica en un colegio de L’Hospitalet (Barcelona).
Francisco Javier García Castaño, catedrático de Antropología Social de la Universidad de Granada, incide en que no solo hay retorno: “Ha habido muchas nacionalizaciones, sobre todo de marroquíes y ecuatorianos. El aluvión de salidas no es tal. Y, además, los nuevos inmigrantes que llegan son ilegales sin hijos”.
Las etapas educativas que se han visto afectadas por este éxodo inmigrante son educación primaria —pierde 17.000 alumnos (-6,3%)— y secundaria, que se deja a 11.400 (-5,3%). “Con todos los recortes los inmigrantes han salido muy mal parados. Desaparecen las aulas de enlace para los que no hablan el idioma, aumenta la ratio de alumnos por clase, se quitan las becas de comedor cuando son uno de los colectivos más pobres…”, sostiene Jurjo Torres, catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de A Coruña. El derrumbe no es mayor porque la educación infantil crece un 3,4% (5.000 niños más) gracias a que las extranjeras tienen más hijos. Otro cantar es la Formación Profesional, que sufre una subida muy significativa (35.000 estudiantes), a la que la comunidad extranjera contribuye con 776 alumnos más, una cifra similar en el bachillerato.
El marido de Isabel, tras dos años en paro, se acaba de volver a Managua. Ella se ha quedado en Alcalá de Henares con su hijo de 12 años. Limpia casas y ha alquilado su habitación a un matrimonio. Resiste porque en Alcalá se siente “segura” y su hijo está muy integrado en la escuela. “Nos cambiamos de casa y el nuevo colegio es un público bilingüe. Pensé que el niño iba a tener problemas pero saca muy buenas notas. Habla ya muy bien inglés”, cuenta orgullosa y preocupada. “Ya no hay beca de comedor y no sé de dónde voy a sacar los casi 200 euros de los libros. A ver si me puede echar una mano la asociación de padres”, confía. A Isabel le gustaría que, al menos, su hijo terminase el bachillerato.
La tarta del alumnado extranjero ha pasado a repartirse de otra manera. Los originarios de América del Sur han dejado de ser mayoría (29,5% del total, 222.000 estudiantes), muy lejos del 44% de hace una década. Desde que empezó la crisis han dejado las aulas, por ejemplo, casi 38.000 ecuatorianos y 16.000 colombianos. “Estos países están avanzando económicamente de una forma muy rápida y sus sistemas educativos —con resultados en las evaluaciones internacionales peores que España— también están mejorando y el retorno es menos dramático”, opina Torres. El viceministro de Educación de Ecuador, Pablo Cevallos, daba cuenta recientemente de esta mejoría educativa en EL PAÍS: “De 1996 a 2006 el Estado perdió la rectoría de la educación pública y el control del currículum, el de los precios, faltaban recursos y había una pésima cobertura de centros que dejaban zonas sin escolarizar. Pero desde que llegó nuestro Gobierno en 2006, el presupuesto educativo desde primaria a bachillerato pasó de 1.000 millones de euros al triple”. Licenciados ecuatorianos desempleados están retornando como maestros y profesores. La convocatoria se abre ahora también a españoles.
El primer puesto lo encabeza Europa con el 30,1% del alumnado (124.700 colegiales), frente al 25,7% de hace 10 años (79.00). La mayor comunidad es la rumana, que ha escolarizado a 15.000 niños más que cuando empezó la crisis. “Vienen de una cultura que premia el trabajo y el capital cultural y eso se ve en su rendimiento”, explica Torres. La subida de Asia es imparable. Ha pasado de ser el 4,9% hace una década al 7,5%, con China a la cabeza. “Son comunidades cerradas, con problemas para sociabilizar, pero que centran muchos esfuerzos en la educación, rivalizan para ser los mejores”, prosigue Torres.
“En Sevilla capital hay más alumnos chinos que de otras nacionalidades”, cuenta José María Fernández Batanero, del Departamento de Didáctica de la Universidad de Sevilla. “Son muy disciplinados. Aunque trabajen en el bazar traen los deberes hechos. Se están yendo muchos sudamericanos y los magrebíes faltan mucho a clase. Marruecos está al lado y van y vienen”, sigue. Los marroquíes aportan 43.000 alumnos más que en 2008 al cómputo extranjero. “Su tasa de reproducción es mucho más alta que la española. Pero como muchos son ya españoles de carné son invisibles a las estadísticas y cada vez los guetos son mayores”, sostiene el catedrático gallego.
El éxodo no les ha afectado de la misma forma. Ha sido especialmente notorio en Baleares, Madrid, Murcia, Cataluña, Aragón y la Comunidad Valenciana. Cuanto antes los niños se escolaricen en España mayor es la integración y los de ahora casi todos llevan años. Por eso la conflictividad ha ido decayendo. “Por ejemplo, hubo mucha alarma con los latin kings”, recuerda Sánchez i Peris, “y luego se quedó en nada”.

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