La reforma de la inmigración, en dique seco

Los republicanos bloquean la promesa de Obama que afectaría a 11 millones de ilegales

El Mundo, , 15-07-2013

En Estados Unidos, el 63% de la población es blanca. Pero en los distritos en los que ganan los republicanos en las elecciones a la Cámara de Representantes, la proporción se eleva al 75%. En los que ganan los demócratas, cae al 51%, según el semanario The Economist.

Con semejante división electoral, no es de extrañar que la reforma inmigratoria, que parece que va a ser el único posible logro de Barack Obama en su segundo mandato, esté totalmente embarrancada. ¿Para qué van a votar los republicanos en favor de la inmigración? Si lo hacen, sólo tienen clara una cosa: en las elecciones legislativas del año que viene, van a tener un candidato del Tea Party haciéndoles la competencia por la derecha.

Así, aunque el Senado la ha aprobado, la reforma está en el limbo en la Cámara de Representantes. Y puede seguir ahí por toda la eternidad. Que, en este caso, no es mucho tiempo. En agosto y en diciembre, el Legislativo está cerrado por vacaciones. Sólo quedan septiembre, octubre y noviembre para decidir. Encima, lo que salga de esa Cámara va a ser diferente de lo que ha aprobado el Senado, con lo que el proceso se va a prolongar todavía más. Y a partir del 1 de enero, los representantes únicamente van a pensar en una cosa: su reelección. Lo último que van a querer es meterse en un avispero como es la reforma inmigratoria, en el que tienen mucho que perder y muy poco que ganar.

Por si esos problemas no bastaran, la secretaria de Seguridad Interior, Janet Napolitano, sobre cuyas espaldas recae el control de las fronteras, acaba de anunciar que va a dejar el cargo. Presumiblemente, los republicanos del Senado van a utilizar su habitual estrategia obstruccionista, consistente en decir «no» a todo lo que les proponga el Gobierno de Obama o, en general, los demócratas, para bloquear el nombramiento de su sucesor. Eso, a su vez, va a agriar el debate inmigratorio y, todavía más, las relaciones entre los demócratas y la oposición.

En el caso de que la reforma de la inmigración quede en coma profundo, será una victoria de su sector ultramontano, o sea, del Tea Party. Según la newsletter de información económica Kiplinger, es posible que, en ese escenario, el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, dimita en 2014, antes de las elecciones. Su casi seguro sucesor sería Eric Cantor, un miembro del Tea Party de Virginia. Otra consecuencia sería que las posibilidades electorales del cubano-americano Marco Rubio en la carrera a la Presidencia, en 2016, quedarán liquidadas. Rubio ha fiado su futuro político a la inmigración.

Así pues, ¿en qué va a quedar la tan cacareada reforma de la inmigración? Es posible que únicamente en una serie de medidas que permitan a los inmigrantes ilegales que llegaron a Estados Unidos con sus padres, cuando eran menores de edad, acceder a la nacionalidad, y en un nuevo sistema para visas de personal cualificado (algo para lo que están realizando una presión enorme los gigantes de Internet, como Google, Apple y Facebook) y para los temporeros del campo. Eso supondría menos de dos millones de personas. Si las cosas no cambian, los otros nueve millones, seguirán siendo ilegales por los siglos de los siglos.

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