el envejecimiento poblacional de euskadi

Medio millón de ciudadanos vascos tendrán más de 65 años en 2020

la estadística provocará un inevitable retraso en la edad de jubilación

Expertos apuntan la necesidad de tomar medidas para frenar un envejecimiento más rápido que el del resto del Estado

Diario de noticias de Gipuzkoa, Andrés Goñi, 14-07-2013

Donostia. Es un hecho consumado que la Euskadi del futuro será un comunidad envejecida y dominada por personas de más de 60 años, cuyas expectativas y perfiles serán extraordinariamente diferentes a las de generaciones pasadas. Este escenario es de sobra conocido tanto por el Consejo Económico y Social (CES) como por el Instituto Vasco de Estadística (Eustat), que periódicamente elaboran sesudos informes alertando del problema demográfico que se cierne sobre Euskadi, si bien parece que la búsqueda de soluciones no avanza a la misma velocidad que el envejecimiento poblacional. Según datos del último informe del CES, Impacto Económico y Social de la Evolución Demográfico, medio millón de vascos tendrán más de 65 años en 2020, lo que inevitablemente provocará un retraso en la edad de jubilación, mientras que los ciudadanos de entre 14 y 65 años se reducirán ligeramente, sumando el millón y medio largo en la CAV.

En consecuencia, coinciden los expertos, se antojan necesarias medidas urgentes para afrontar el envejecimiento poblacional, cuya velocidad resulta más alta que la del resto del Estado. José Ramón Urrutia, doctor en Ciencias Económicas de la UPV, abunda en esta cuestión, aportando incluso un matiz. ¿Por qué no aprovechar la llamada Economía del Envejecimiento y el Bienestar como nicho de oportunidad empresarial?

Según la teoría de este experto, Euskadi tendría en estos momentos el suficiente potencial industrial y tecnológico como para posicionarse dentro de una década como un referente internacional en el sector de la tercera edad. “Estamos capacitados para elaborar productos y servicios de calidad que atiendan la demanda de la población de mayor edad, así que no deberíamos descartar esta opción y sí, en cambio, apostar a tope por ella”, señala Urrutia.

radiografía La radiografía demográfica que se presume para los próximos años ratifica el planteamiento. Según datos del Eustat, a pesar de que el flujo de inmigrantes extranjeros se ha mantenido estable en los últimos tiempos, es seguro que Euskadi perderá 50.000 ciudadanos de entre 25 y 34 años hasta el año 2020, mientras que verá aumentada su nómina de mayores de 65 años en 110.000 personas. ¿Conclusión? Será necesario aumentar las tasas de actividad entre las personas que sí pueden trabajar.

Para tratar de paliar los efectos de esta alerta demográfica, el órgano consultivo maneja un documento que aporta algunas soluciones, de cuya aplicación deberían encargarse las administraciones vascas. Así, por ejemplo, se recomienda fomentar las políticas de natalidad y de igualdad de género, todo ello con la idea de rescatar a las mujeres para ocupar puestos de responsabilidad laboral. También aboga el CES por integrar social y profesionalmente al colectivo de inmigrantes llegados a Euskadi en la última década, así como acometer una profunda reforma de la sanidad, los servicios sociales y la educación. “Debemos ser capaces de adaptarnos rápido a una población que cada vez será más vieja – según datos de 2009 la mitad de los niños nacidos en los países desarrollados llegarán a los cien años – y que formará parte de hogares muy distintos a los actuales”, sostiene José Ramón Urrutia.

El progresivo cambio demográfico que están experimentando las poblaciones vascas y europeas también está transformando aspectos cotidianos como la salud, el trabajo, el consumo o la movilidad en personas cada vez mayores, cuyas necesidades y aspiraciones no son las mismas que las de sus abuelos. De eso no hay ninguna duda. Como tampoco de que se vivirá más tiempo y se padecerá al menos una enfermedad crónica en las últimas décadas de vida, “algo que con los avances sanitarios, tecnológicos y de servicios no tiene por qué significar una pérdida de su independencia”, sostiene el profesor Josep F. Coughlin, director de AgeLab en el Massachussetts Institute of Technology (MIT).

A juicio de este experto, son varios los retos sociales a los que el ser humano va a enfrentarse en las próximas décadas. Partiendo de la base de que las expectativas de la población adulta serán mucho más amplias que las de generaciones anteriores – casi el 90% de la gente de más de 60 años considera viajar y seguir estudiando como sus máximas aspiraciones, por ejemplo – , uno de los mayores retos será la movilidad “como garantía inequívoca de independencia”, dice el profesor.

En el ámbito privado la tendencia llevará a la industria de la automoción a una construcción de coches más pequeños y manejables, así como a un desarrollo mucho más ambicioso de tecnologías que ayuden a mejorar la conducción. La esfera pública también deberá adaptarse a esta nueva realidad con desarrollo de flotas, por ejemplo, bajo demanda, insiste Coughlin. El consumo también se transformará hacia corrientes más vinculadas al entorno online y los productos singles, y el trabajo necesariamente deberá ser más flexible.

el futuro del sector salud Pero sin duda el sector que más acusará esta revolución demográfica será el de la salud, coinciden todos los expertos, obligado a desarrollar, entre otros, programas tecnológicos que permitan controlar y diagnosticar a los futuros pacientes desde sus propios hogares, una medida que ayudará a descongestionar las hoy saturadas estancias hospitalarias.

En esta misma línea, las posibilidades de desarrollo son amplias. José Ramón Urrutia recuerda por ejemplo un sector relacionado íntimamente como el de la “sanidad rehabilitadora para discapacitados y dependientes”, pero también, añade, con la atención social para autónomos y personas incapacitadas, con el ocio asistido y compartido, con la cultura participada que permita al colectivo mantenerse activo y luchar contra el proceso degenerativo o con la búsqueda de las nuevas formas de vivienda reformada y adaptada a las necesidades propias de las personas. “Necesitamos apoyar y apostar por la investigación y la innovación en este tipo de campos”, explica el experto de la UPV.

Y de ello se encargan a diario los profesionales de Eustat, que insisten en el progresivo deterioro de la población vasca. Ofrecen para ello cifras incontestables como que en la actualidad casi el 20% de los vascos tiene más de 64 años y que los residentes con nacionalidad extranjera alcanzaron el pasado año el 7,3%, casi seis puntos más que en el censo de 2011. El problema, por tanto, es tan real como inevitable. Y exige por parte de las administraciones públicas medidas y actuaciones concretas, consensuadas y urgentes que traten de enmendarlo, so pena de ser testigos en el medio y largo plazo de un sistema de protección y atención social absolutamente inviable. La sociedad vasca envejece a marchas forzadas. Y el contador sigue…

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