El ídolo era un 'sin papeles'

Estrella de Inglaterra, sólo la presión de los fans evitó su expulsión en 2009 a Samoa, la selección de cinco de sus hermanos. El sexto es hoy una mujer

El Mundo, MANU TUILAGI JAVIER SÁNCHEZ , 11-03-2013

Está Manu Tuilagi a un partido de ser póster, icono de pared. Si Inglaterra vence el sábado próximo a Gales en Cardiff logrará el Grand Slam, su primer pleno de victorias en un Seis Naciones desde 2003, y sobre almohadas de miles de niños ya hay espacio ahorrado. Allí se espera la instantánea de Tuilagi logrando un ensayo ante Francia la semana pasada con la camiseta ensangrentada tras abrirse la oreja. Le recomendaron retirarse, él se vendó y jugó y jugó aunque luego requirió 19 puntos de sutura. Ayer, con el remiendo visible, fue un tormento para la defensa de Italia en la victoria inglesa por 18-11.

Líder, referente, ídolo para todo un país. Aunque no el esperado. Tuilagi es el pequeño de la camada más prolífica en la historia del rugby en Samoa. Cinco de sus seis hermanos, Freddie, Henry, Alesana, Anitelea y Vavae jugaron o juegan por el país oceánico, donde nació y aprendió el propio Manu. «Cuando tenía ocho años y mis hermanos ya eran famosos, en el pueblo había adultos que me querían machacar. Así aprendí», explica el centro de 113 kilos.

Tradición, pues, viento en popa hasta que en 2004 viajó a Gran Bretaña junto al sexto de la saga, el único no practicante, Olotuli, con la excusa de visitar a los mayores, Freddie y Henry, ya estrellas de los Leicester Tigers. Ninguno de los dos volvió. Olotuli se convirtió en Julie, cambió de sexo gracias a la mayor libertad europea y hoy batalla por los derechos de los transexuales. «No nos gusta pero debemos aceptarlo», anota Manu que, por su parte, fue construyendo una carrera. A trompicones. A base de malos buenos momentos.

El primero en 2009. Tras formarse en la cantera de los propios Tigers recibió la llamada del primer equipo. Y a la vez la de inmigración. Sin papeles desde su llegada cinco años antes, la noticia de su debut en un amistoso ante Sudáfrica atrajo a los inspectores y justo al acabar el partido iba a ser deportado. Ahí, todo cambió. Se lució en la victoria de su equipo, su abogado logró un aplazamiento y la presión de los amantes del rugby ingleses hizo el resto. Nacionalización express, ya era parte del XV de la Rosa. «Estoy agradecido a Inglaterra y mi familia respeta mi decisión».

El segundo momento agridulce llegó en 2011. El Mundial de Nueva Zelanda, su primera gran oportunidad, que acabó con una eliminación en cuartos y él lanzándose extrañamente de un barco en marcha. Quizá borrachera, quizá pelea con un compañero. Enmendó sus errores y se convirtió en ídolo. Pero no de Samoa, de Inglaterra.

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