MENTORÍA Enseñar lo que la vida enseña
Una práctica de voluntariado para orientar a adolescentes muy común en la cultura anglosajona se abre camino en Catalunya
La Vanguardia, , 31-12-2012El 24 de diciembre del 2008, Ferran Roca acudió a su cita a ciegas con Mamadou, un joven tutelado por la Direcció General d’Atenció a la Infància i l’Adolescència llegado meses atrás a Catalunya. Mercè llevaba un tiempo preparando aquella reunión. Había analizado la personalidad de ambos en diversos encuentros. “Mercè –explica Ferran– pensó que, salvo por el detalle de que a Mamadou le entusiasma el fútbol y a mi nunca me ha interesado, nuestras personalidades encajaban. Y acertó”.
La historia de Ferran, Mamadou y Mercè, es un ejemplo práctico de un triángulo de mentoría. Mamadou es un joven que ahora tiene ya veinte años, llegado a la península desde Camasanza (Senegal) en el 2008. Ferran Roca, 37 años, es técnico de ocupación y trabaja en la Diputación de Barcelona. Es el voluntario que se prestó a ser mentor de Mamadou, ayudándole en su progreso. Mercè, que alentó y monitorizó la relación entre ambos, es una psicóloga del equipo de Punt de Referència y fue quien ideó el encuentro entre ambos. De los tres es la única persona que recibe una remuneración por su intervención en esta historia.
En Palafrugell (Girona) hay un triángulo muy parecido. Araleixi. Gemma Boada y Nuria Aupí. Las tres participan en el programa Rossinyol, cuyo objetivo es que los estudiantes de la Universitat Girona se impliquen en la integración de menores que viven en entornos difíciles.
Araleixi llegó de Santo Domingo hace apenas unos meses en un programa de reagrupación familiar; Gemma es licenciada en Ciencias Ambientales y es la mentora voluntaria de Araleixi. Nuria Aupí es la coordinadora del programa.
La idea de la mentoría es muy sencilla: se trata de poner en contacto a jóvenes, a menudo tutelados, o hijos de familias que atraviesan algún tipo de dificultad, con voluntarios que están dispuestos a dedicarles su tiempo, asesorarles y animarles a emprender una existencia autónoma.
En realidad la mentoría recurre a algo tan antiguo e intuitivo como la propia humanidad: la transferencia de la experiencia. Lo mismo que lleva ocurriendo desde hace milenios entre padres e hijos o entre maestros y pupilos. Todo está en la base del progreso humano. La diferencia es que la mentoría promueve esa misma relación en unas condiciones inicialmente artificiales.
En efecto, explica Marta Bàrbara, directora de Punt de Referència, “tiene una virtud añadida y es que crea unos vínculos entre segmentos sociales que normalmente no entrarían en contacto. No es habitual que un ciudadano integrado socialmente comparta su experiencia de un modo regular con un joven que vive en una situación de práctica exclusión social”. “En este sentido –puntualiza Marta– la mentoría apunta también a un determinado modelo social”.
La relación entre Ferran, el mentor, y Mamadou, el pupilo, con la que empezaba esta historia ha funcionado. A día de hoy Mamadou es un ciudadano autónomo, capaz de desenvolverse por su cuenta en Barcelona. Tiene un pequeño empleo en una tienda de bicicletas y ha logrado alquilar un piso en el barrio del Poble Sec. Aunque hubiese querido dedicarse al fútbol, que fue lo que le impulsó a salir de su país –es un excelente deportista que juega en uno de los equipos del Sant Andreu– ha sido capaz de reorientar su vida y crear su propio proyecto vital más allá de unas expectativas que, como muchos proyectos migratorios de los más humildes, sobre el terreno se demostraron irreales.
“Si lo pienso bien –explica su mentor, Ferran– yo le he ayudado bien poco a obtener lo que ha conseguido (en el plano material). Al principio yo sentía una gran ansiedad por ayudarle en todo. Traté de buscarle trabajo y no lo conseguí. Quise crearle una red de amparo, estimularle que estudiara aquí lo que dejó pendiente de Senegal… Pero creo que realmente fue él quien se espabiló por su cuenta. Ha sido él quien ha tomado sus propias decisiones. ¿Qué ha quedado de todo esto? Cuatro años después somos grandes amigos”.
Algo parecido ocurre entre Araleixi y Gemma. Cada sábado pasan entre tres y cuatro horas juntas, un tiempo durante el cual la pequeña ha descubierto cosas que probablemente, recluida en casa, jamás hubiera conocido. Araleixi pertenece a una familia monoparental femenina. Su progenitora trabaja en una tienda y pasa la mayor parte del día fuera de casa con lo que puede dedicar muy pocas horas a su hija.
“De no ser por estos encuentros, la niña se pasaría el día encerrada en casa con el ordenador o la televisión”, explica su mentora, que comparte con ella muchas aficiones como la lectura, su amor por la naturaleza y los animales, bailar y nadar. Por primera vez, Araleixi ha pisado una biblioteca, incluso se ha sacado el carné que le permite llevarse libros a casa –el último, uno de intriga de Edgar Allan Poe editado en catalán– y ha asistido al teatro para ver una representación de Els Pastorets. “Me encantó. Nunca había visto la representación del nacimiento de Jesús en un teatro”, explica Araleixi en el blog (http://compartimplegats.blogspot.com.es) que Gemma ha creado para difundir sus avances como mentora. El blog es supervisado por Núria Aupí, responsable del área de Educación del Ayuntamiento de Palafrugell, que ejerce de enlace entre la uni—
versidad y las parejas de mentoría de su territorio.
Para quienes viven en familias integradas donde no se han vivido ni de lejos ninguno de los padecimientos que han sufrido los jóvenes que han entrado en estos programas, resulta difícil imaginar que un adolescente tenga el menor interés en escuchar los consejos de un adulto. “Pero en estos casos ocurre todo lo contrario –replica Rita Grané, coordinadora de la organización Punt de Referència–, estos chicos están más dispuestos e interesados que nadie a escuchar y a preguntar a alguien que está dispuesto a dar respuestas”.
“Muchos de estos chicos carecen de la red informal en la que vivimos y de la que disfrutamos la mayoría de las personas”, concluye Rita. La mentoría viene a subsanar en la medida de lo posible esta carencia.
Ferran Roca, el mentor de Mamadou, ratifica su aseveración. “En realidad la mentoría ofrece la figura de alguien en quien confiar, con el que sabes que puedes contar. Creo que, más importante que la ayuda que puedas ofrecer, es el hecho mismo de que estés ahí disponible. Que sepa que estás de su lado. En el fondo, eso es lo más importante para cualquier persona, él y yo y todos”.
No todas las experiencias de mentoría funcionan tan bien como esta, tal y como reconoce Mercè Garet, la psicóloga que fraguó la relación entre Ferran y Mamadou. “Un treinta por ciento de las parejas fracasan debido a abandonos atribuibles, en la mayoría de los casos, a los jóvenes que por algún motivo cambian sus circunstancias vitales en poco tiempo o porque no han logrado entender de qué iba todo esto”. “Se ha de ser muy maduro para entender y aprovechar la oportunidad –añade Mercè–. Cuando ocurre un fracaso hay que ayudar al mentor y hacerle entender que nosotros podemos tratar de dar oportunidades pero no podemos controlar el resultado”.
(Puede haber caducado)