Radiografía de la campaña de temporeros que se nos viene encima. A grandes rasgos, viene a resumir el informe previo elaborado por el equipo local de Cáritas Parroquial: llega antes que nunca, será más corta que ninguna otra pero se supone, no obstante, mucho mejor organizada. Aunque ni siquiera este detalle, sin duda alguna el más positivo de los extraídos por la institución benéfica, evite situaciones de riesgo como aquellas que afectan a temporeros que se mueven de forma individualizada, «por su propia cuenta», en la mayor parte de los casos inmigrantes sin documentación que «buscan su oportunidad» en la vendimia. Se trata, remarca el texto remitido por Luis Enrique Hernández, animador de la entidad, su principal preocupación ya que «este perfil de trabajador es ya casi imposible que encuentre empleo, a no ser en espacios de subcontratación ilegal y explotación».
Se trata del segmento más vulnerable y el que más riesgo corre. Al que Cáritas trata de dar, por ello, mayor cobertura aunque, constatan sus responsables, «afortunadamente son los menos». Pesan sobre el comportamiento colectivo «experiencias, con frecuencia traumáticas, de campañas anteriores que han demostrado que si uno acude a zonas de vendimia con cierta previsión de trabajo, su situación va a ser muy problemática, va a correr peligro y va a perder el poco dinero del que dispone».
Frente a ese escenario, en decadencia, parece haberse regulado de forma favorable el flujo de temporeros que se venía produciendo hasta ahora de forma descontrolada. Se trata de una consecuencia lógica de la llamada de atención realizada por los equipos de esta institución a través de la red nacional para evitar «desplazamientos indiscriminados, búsquedas de trabajo de ocasión sin organización».
En esta ocasión, aún cuando comienza a advertirse la llegada de temporeros, resulta mucho menor a la de ediciones anteriores. Fundamentalmente en municipios como Casalarreina o San Vicente donde se considera «bastante inferior», incluso.
Un alivio para quienes programan el plan de atención a los temporeros porque la sequía ha definido un panorama desolador a la hora de ofertar plazas de trabajo. «La escasez de lluvias ha hecho que el nivel de producción de uva sea menor, por lo que se estima que la duración de la campaña podría ser inferior a la de otros años y que las posibilidades de trabajo temporero, ya escasas de por si, aún disminuyan más», asumen sin remisión.