A finales del 2009 nacía en Boiro la oenegé ConTacto. La suya es una labor callada, pero fundamental para muchos y, en un contexto de crisis, para cada vez más. En la junta directiva, Lola Durán es una de las cabezas visibles. Otra es Joana Beltrán. Junto con la delegación en Barbanza de Solidariedade Galega co Pobo Saharaui, acaban de poner en marcha una campaña para reunir 15.000 kilos de ropa.

-¿Cómo va la campaña?

-Nos está llegando mucha ropa. La gente se ha enterado bien y espero que sea un éxito.

-¿Por qué deciden poner en marcha la oenegé ConTacto?

-Un grupo de entre cuatro y cinco personas decidimos formar la junta directiva. Veíamos que había ciertas carencias, sobre todo en lo que se refería a temas de asesoría: inmigrantes que no sabían cómo regularizar su situación, convalidar sus estudios… Había ahí un vacío de información. A lo mejor los mandaban a A Coruña cuando aquí podían obtener toda la información. Por eso mismo decidimos pedir un local al gobierno municipal que había entonces, se nos concedió, así que empezamos a prepararlo todo…

-¿Sabían que podían ayudarles quizás por su propia experiencia?

-Yo tengo doble nacionalidad, y mi hija también [Lola es venezolana, pero de padres gallegos], así que en ese sentido teníamos menos papeleo… Pero Joana sí sabía de primera mano todo lo que había que hacer: ella es chilena.

En mi caso me costó adaptarme. A mi hija no tanto, ella siempre quiso estudiar en Santiago.

-¿Ha cambiado mucho el tipo de personas a las que atienden?

-Empezamos por esa necesidad de asesoramiento, atendiendo a inmigrantes senegaleses y también latinoamericanos, pero hoy en día ellos son la mínima parte. En el 2010 conseguimos unas pequeñitas subvenciones y ese año dimos clases de español para extranjeros, informática básica o un cursillo sobre técnicas de búsqueda activa de empleo. Pusimos en funcionamiento el banco de alimentos en Noia y el ropero social en Boiro. Actualmente acude muchísima gente a este servicio.

-¿Aún no somos conscientes de cuánta ayuda se necesita?

-Hay muchísima necesidad, también en gente que es de aquí. Y eso que vivimos en un sitio privilegiado, donde quién más y quién menos puede tener su huertita… En el banco de alimentos [enviados desde el de Santiago] atendemos a unas cien personas al mes; en el ropero, unas 20 o 30 a la semana. Llegan de muchos sitios: Vilagarcía, padrón, Portosín, Lousame, Ribeira, Boiro…

-¿A buscar ropa?

-Sí, ropa… A veces tenemos también camas, colchones, muebles útiles para quien los necesite. En el caso del ropero social, tenemos muchos usuarios y muy pocos voluntarios. De hecho, hemos tenido que pasar a prestar servicio solo los miércoles, jueves y viernes, en vez de toda la semana… Tenemos también en marcha un programa que se llama Que rule, en el que buscamos material para bebés, como carritos, sillas… De forma que si alguien ya no lo va a usar, si no tiene niños a los que les haga falta, pues que sí pueda hacerlo otra persona. Reutilizar las cosas.

-¿Y si alguien quisiese colaborar?

-Solo tendrían que acercarse a la oenegé y decirnos qué momentos tendría libres. Nosotras somos todas voluntarias. De hecho, solo cuando tuvimos esas subvenciones pudimos pagar a los profesores… Después se hizo de forma totalmente voluntaria.

-Subsisten, entonces.

-Sobrevivimos. La gasolina, la mayoría de las veces, sale de nuestros bolsillo. A veces, algunos usuarios, cuando logramos ayudarles, nos dan una pequeña cuota. Cuando pueden, claro.

-Será una satisfacción personal.

-Muy grande. A veces tienes desilusiones, porque no resuelves las cosas como querrías, pero todos los días nos levantamos pensando que hay que seguir. Hacemos también campañas de sensibilización en los colegios. Los alumnos del instituto de A Cachada nos hicieron una web, que presentaremos próximamente.

Lola Durán integrante de la directiva de la oenegé contacto