Breivik no se arrepiente y reta al tribunal

Las Provincias, IVIA UGALDE |, 17-04-2012

Tranquilo y sonriente, como quien no carga sobre sus hombros con la menor sombra de arrepentimiento. Así llegó ayer a los juzgados Anders Behring Breivik, el hombre que el pasado 22 de julio acabó con la vida de 77 personas y sembró el terror sobre el edén noruego. Escoltado por dos policías, el asesino confeso irrumpió en la sala y no dudó en alzar el brazo con el puño cerrado para reivindicar su crimen. «Reconozco los hechos, pero no la culpabilidad. Actué en defensa propia», sostuvo mientras hundía su mirada sobre los familiares de las víctimas, supervivientes de la masacre y periodistas que inmortalizaban el desafiante momento.

El proceso recogió durante su primera vista escenas que retrataron con nitidez el atentado en Oslo y el pánico que se apoderó de la isla Utoya cuando Breivik – que no reconoció ayer al tribunal – disparó con frialdad durante más de una hora contra jóvenes laboristas reunidos en un campamento de verano y mató a 69 de ellos. «Venid rápido… los disparos no cesan», gritaba desesperada una adolescente, según se podía escuchar en una grabación presentada por la acusación y en la que la Policía reaccionaba en un primer momento con incredulidad. Otro vídeo, con imágenes de vigilancia inéditas, mostraba a varias personas transitando cerca de la camioneta bomba segundos antes de que se produjera la explosión en torno a los edificios gubernamentales de la capital.

Las familias de las víctimas, la mayoría de ellas llorando y otras con los ojos cerrados, asistieron con dolor a las pruebas que revivieron la tragedia mientras el autor de los hechos permanecía imperturbable y daba muestras de absoluta serenidad. Solo dejó escapar unas lágrimas en el momento en que la Fiscalía difundió el vídeo de 12 minutos que colgó en YouTube y en otro portal el día en que perpetró la matanza. Las secuencias, que no se habían proyectado hasta ahora, recogen un centenar de fotos y dibujos de integristas musulmanes, así como citas del manifiesto de 1.500 páginas ‘2083: Una declaración de independencia europea’ que Breivik subió también a Internet.

Durante la vista de ayer, el asesino confeso – que se presentó ante los jueces como escritor – disfrutó con la difusión de su ideario. A su juicio, Europa está subyugada por los defensores del «marximo cultural» y el «multiculturalismo» y considera primordial salir al paso de la «amenaza» que supone la «invasión islámica». Por ello se refiere continuamente a los templarios y a la revolución conservadora y pide seguir los pasos de figuras como ‘El Cid’, Ricardo ’Corazón de León o el zar Nicolás I para combatir el «genocidio europeo». De hecho, en su vídeo se aprecia una bandera de la UE con la hoz y el martillo y se atreve a bautizarla como Unión Euroárabe.

Facultades mentales

El juicio a Breivik constituye, sin duda, un auténtico reto para las autoridades por tratarse del episodio más sangriento que vive Noruega desde la II Guerra Mundial y, principalmente por la difícil cuestión de si debe considerársele en plenitud de sus facultades mentales. Precisamente ahí radica la principal cuestión que se debatirá a lo largo del proceso, que durará 10 semanas y está compuesto por 5 jueces, 2 fiscales, un abogado y más de 770 víctimas – entre familiares de los fallecidos y supervivientes – que estarán representadas por 162 letrados.

De acuerdo con un primer estudio realizado el pasado noviembre, Breivik sufre una esquizofrenia paranoide que lo eximiría de cualquier responsabilidad. Otro informe posterior, sin embargo, concluye que no se hallaba en estado psicótico cuando cometió los crímenes y estaría, por tanto, en plenas condiciones para responder ante la Justicia y ser castigado por los hechos. En cualquier caso, la decisión final recaerá en manos de los jueces, que se apoyarán en las observaciones que realicen durante el proceso los dos equipos médicos que lo han examinado.

En caso de ser considerado penalmente responsable, se enfrentaría a una condena de cárcel de 21 años, la pena máxima que contempla la legislación noruega y que podría equivaler a cadena perpetua si se concluye que representa un peligro social. De lo contrario, ingresaría en un centro psiquiátrico por tiempo indefinido, una opción a la que Breivik se niega por completo ya que considera que sus ataques no fueron la obra de un demente, sino un crimen político. Hoy será su turno declarar y ya su abogado, Geir Lippestad, ha avanzado que «explicará por qué hizo lo que hizo». «No solo va a defender sus actos, sino que lamentará no haber ido más lejos».

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)