Tres atracadores hieren de un culatazo en la cabeza a una joyera de Los Garres

La Verdad, A. NEGRE, 27-03-2012

El propietario de la joyería y marido de la víctima, Juan Muñoz, junto a su hijo, Óscar, aportando datos ayer a un agente del Cuerpo Nacional de Policía, frente al establecimiento asaltado. :: EDU BOTELLA/ AGM

Apenas hacía unos minutos que Pepa había levantado la persiana cuando tocaron a la puerta. Eran poco más de las diez de la mañana y el primer ‘cliente’ del día. Esta empresaria, de 64 años y propietaria de la joyería Óscar, situada en la calle Mayor de la pedanía de Los Garres, se acercó a la entrada y comprobó que era una joven la que le pedía paso. Abrió la puerta y dos encapuchados se colocaron frente a ella empujándola hacia dentro. Trató en vano de cerrarles el paso. «La amordazaron y maniataron con cinta aislante», relataba ayer Juan Muñoz, propietario de la joyería y marido de la víctima. «Luego le dijeron que abriera la caja fuerte, pero al decirles que ésta tiene un sistema de retardo, le dieron un culatazo en la cabeza».

La Policía Nacional detuvo ayer a tres jóvenes, dos hombres y una mujer de nacionalidad colombiana, como presuntos autores del asalto a esta joyería, con más de dos décadas de actividad, y logró recuperar el botín sustraído en este golpe. Los tres supuestos atracadores fueron arrestados en la pedanía de Patiño pocas horas después del robo cuando, según ha podido saber este diario, circulaban en un Peugeot negro e hicieron caso omiso de la señal de alto de unos agentes.

Ese Peugeot se detuvo frente a la fachada de la joyería Óscar poco antes de las diez de la mañana de ayer. Óscar Muñoz, hijo de los dueños del establecimiento, explicaba que, al parecer, los asaltantes ya habían sido vistos rondando por la zona días antes. Una joven, presunta integrante de esta banda de atracadores, actuó de señuelo y llamó al timbre del local. Desde dentro, Pepa solo podía verla a ella, pero, al parecer, dos hombres cubiertos con pasamontañas la acompañaban. «Nada más abrir, vio a dos encapuchados y trató de cerrar la puerta, pero han podido con ella», relataba Juan.

Maniatada con cinta aislante

Una vez dentro del establecimiento, los ladrones amordazaron a la joyera y la maniataron con cinta aislante. «Arrastrándola de los pelos la llevaron a la trastienda para que abriera la caja fuerte», explicaba Óscar. En ese momento, sin embargo, Pepa no pudo responder a los deseos de sus agresores. Un sistema de seguridad impone un retardo al acceso a la caja fuerte de tal forma que deben transcurrir, al menos, diez minutos entre la apertura de la puerta de la calle y la de la caja. «Al decirles lo del sistema de retardo se pusieron nerviosos y la golpearon con la culata de la pistola en la cabeza».

Afortunadamente, fuera del establecimiento, en la calle Mayor de la pedanía, había una vecina que había observado algo extraño en el comportamiento de la chica y que, tras ver a los encapuchados, alertó a la Policía. «Cuando llevaban unos 5 minutos dentro, a uno de ellos le sonó un teléfono móvil en el bolsillo y salieron corriendo», relataba nervioso Juan. Los tres atracadores se montaron en el coche que había estacionado en la puerta y huyeron del lugar a toda prisa. En la pedanía de Patiño, sin embargo, tropezaron con un control de la Policía que frenó su huida. El propietario del establecimiento asaltado explicaba ayer que, para su identificación, había sido crucial la identificación del vehículo que había realizado otro vecino de la zona. Miembros de la Policía Científica inspeccionaron en la tarde de ayer el local en busca de huellas.

La propietaria de esta joyería, con más de 20 años de actividad a sus espaldas, se recuperaba ayer de sus heridas en el hospital Reina Sofía de Murcia. Su marido explicó que sus heridas no habían sido graves, aunque sí tuvo que recibir algunos puntos de sutura en la zona de la ceja y se encontraba en un estado de gran nerviosismo. Finalmente pudo abandonar el centro hospitalario poco antes del mediodía. Juan, dueño además de otra joyería en Los Dolores, hacía hincapié en que en los últimos años había sufrido unos seis robos en sus locales y que todos ellos habían sido violentos. «Esta tienda es mi pesadilla», confesaba. «La última vez ya pensé en echar la persiana, pero esta vez la tengo claro. Voy a cerrar».

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