Francia entierra al 'monstruo' de Toulouse

El yihadista había advertido de que no se rendiría y combatió a los RAID para morir matando Soldados del Califato reivindica los ataques de Merah, que estaba en la lista negra del FBI

El País, , 23-03-2012

La pesadilla ha terminado para los habitantes de Toulouse. Mohamed Merah murió ayer a las 11.30 horas de un disparo en la cabeza, tras oponer una durísima resistencia a los agentes de policía que habían entrado una hora antes en su casa para detenerle. El asesino de la moto que había aterrorizado Francia en los últimos días no quiso ser apresado con vida, como era el deseo del Gobierno galo.

«No pienso entregarme. Si me queréis pillar, venid a por mí. Voy a morir con las armas en la mano», parece que le había dicho al negociador del RAID el cuerpo de élite de las fuerzas de seguridad gala la última vez que hablaron, a las 22.45 horas de la noche del miércoles. Tras 32 horas de asedio, el homicida confeso de tres paracaidistas de origen magrebí, un profesor de religión, y tres alumnos de un colegio judío todavía tenía más ansia de sangre. Y es que el primer asalto fallido a su domicilio del comando policial, durante la madrugada del martes al miércoles, le había privado de ejecutar su cuarto atentado, previsto para esa misma mañana.

Desde que fue localizado y cercado en su pequeño apartamento del 17 de la rue Sergent Vigné, el pistolero solitario jugó al despiste con los efectivos del RAID no se sabe si para ganar tiempo o para tener una tribuna desde la cual difundir su odioso mensaje de radicalismo islámico: «Soy un muyahidin. Soy un luchador de Al Qaeda. Me enorgullezco de haber puesto a Francia de rodillas y sólo me arrepiento de no haber hecho más muertos».

«Anunció que iba a rendirse en dos ocasiones, pero siempre retrasaba el momento de su entrega. Ahora hemos descubierto que quería descansar para el combate final», explicó el jueves a EL MUNDO Didier Durand, secretario del sindicato policial Synergie Officiers. Según una fuente cercana al caso, un último intento de mediación, con ayuda de uno de los allegados de Merah, fracasó el miércoles al anochecer.

Así que, poco antes de la medianoche del miércoles, trataron de intimidarle lanzando tres granadas de mano que abrieron huecos en las ventanas y la puerta del piso. Antes, para presionarle, cortaron el agua de su vivienda y la luz de todo el barrio de la Côte Pavée, cuyos vecinos más próximos habían sido desalojados a un cuartel en previsión de que se produjera un ataque o el criminal hiciera estallar alguna bomba. Pero el matarife de 23 años no dio señales de vida.

«Sin reacción, sin ruido, sin movimiento. Durante toda la noche pareció que le había tragado la tierra», rememora Durand. Tal es así que, a primera hora del jueves, el ministro de Interior Claude Guéant que ha desarrollado un papel muy activo en esta operación llegó a evocar ante la prensa la posibilidad de que el asesino hubiera puesto fin a sus días para quitarle a sus enemigos el placer de detenerlo. No era así.

Refugiado en el cuarto del baño que hay al fondo del pequeño piso, sin luz y con 30 centímetros de agua en el suelo una cañería se había roto debido a los disparos del día anterior, Mohamed estaba en realidad reponiendo fuerzas y preparándose para recibir a la brigada del RAID a balazo limpio. Cuando éstos se decidieron a intervenir, volando la entrada con una nueva deflagración controlada, él ni se inmutó. Lo había apostado todo al efecto sorpresa.

Quince efectivos de la unidad de intervención que dirige Amaury de Hautecloque participaron en el asalto final, pertrechados con cascos, escudos, chalecos antibalas y armamento. Varios se quedaron fuera cubriendo todas las salidas. Los que entraron se identificaron primero como agentes de la ley, como manda el reglamento, aunque era obvio quiénes eran. Estaban frescos y descansados porque el RAID había desplazado a Toulouse a 60 de sus integrantes para que pudieran hacer turnos en previsión de un asedio prolongado. Se introdujeron en el piso precedidos por un equipo de vídeo y fueron registrando cuarto por cuarto, avanzando «paso a paso» en prevención de eventuales bombas-trampa.

«El sospechoso había preparado su domicilio para la batalla, construyendo barricadas y madrigueras», revela Hautecloque. «Los funcionarios tenían orden de no apuntar a zonas vitales para capturarle vivo. Pero él salió del aseo como una exhalación, vistiendo un chaleco antibalas y con un Colt 45 en cada mano, disparando a un lado y otro mientras buscaba una salida».

En su huida desesperada, digna de un videojuego de ultraviolencia, Mohamed hirió a dos agentes, uno de los cuales hubo de ser posteriormente hospitalizado. Luego quiso escapar por la ventana, al tiempo que seguía disparando. «Fue entonces cuando uno de los tiradores exteriores debió de abatirle con un tiro en la cabeza», evoca el director del RAID. «Es la primera vez que en un asalto nos responden», añadió.

«Al caer al suelo ya estaba muerto», explicó una hora más tarde Claude Guéant. El tiroteo duró cinco largos minutos durante los cuales fueron disparadas más de 300 balas sumando las de ambos bandos. Al término del operativo, dos de los agentes que habían participado de la operación, comentaron contemplándose sus chalecos antibalas llenos de impactos: «Nos ha disparado como a conejos. Luego, contaremos el número de disparos que hemos recibido».

Inmediatamente después de la muerte del terrorista, el presidente, Nicolas Sarkozy, comentó en París que la siniestra trayectoria de Merah no podía justificarse aduciendo un desarreglo mental. «No son los crímenes de un loco, sino de un fanático y un monstruo».

Por su parte, François Molins, el fiscal antiterrorista de París que ha coordinado el caso, informó de que el pistolero había grabado en vídeo todos sus homicidios, como se sospechaba, pero no hay aún confirmación de que le enviara las imágenes a alguien o llegara a colgarlos en internet. En una cinta que corresponde al primero de sus crímenes, se escucha cómo antes de asesinarle le dice al sargento paracaidista Imad Ibn Ziaten: «Tú matas a mis hermanos, yo te mato a ti».

A media tarde, los actos terroristas de Mohamed fueron reivindicados a través de la web Shamikh por Jund al-Khilafah (Soldados del Califato), una organización armada fundamentalista próxima a Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) que, a raíz de estos acontecimientos, exige a Francia que «se replantee su política hostil hacia los musulmanes».

Muerto el demonio que tenía aterrorizada a Francia, muchos ciudadanos se preguntan por qué, si figuraba en los archivos de la Dirección Central de Información Interior (DCRI), servicio de contraespionaje que se ocupa de controlar a los islamistas radicales, no estaba más controlado. En EEUU, según el Wall Street Journal, figuraba en una lista negra del FBI que le impedía volar a este país por estar clasificado como presunto terrorista.

> Videoanálisis de Rubén Amón

El cerco al asesino de Toulouse lleva la factura de los RAID, unidad de élite especializada en tomas de rehenes y creada en 1985. El cuerpo se compone de 170 hombres, seleccionados por las aptitudes físicas y psicológicas, sobre todo en términos de resistencia al estrés. Los ‘superagentes’ permanecen a prueba tres meses, en los que practican simulaciones de secuestros y atentados.

Los ‘Hombres de Negro’, como se les apoda aunque entre ellos también hay mujeres, han protagonizado acciones espectaculares a lo largo de sus 25 años. Hasta 8.000 policías se han presentado a los exámenes, aunque sólo 708 de entre ellos lograron pasar las durísimas pruebas de acceso dos semanas de tests y otras 12 de formación. Es decir, menos de un 10% del total.

Fue precisamente Sarkozy el que impulsó el cuerpo hacia la primera fila de los grandes casos. Como ministro del Interior se encargó de comprobar personalmente la eficacia de sus hombres durante la toma de rehenes de la escuela infantil de Neully-sur-Seine, en 1993. Durante su mandato presidencial, los Raid se han involucrado cada vez más en casos de terrorismo e islamismo.

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