marcos nanclares Director foral de Migración y Diversidad

"Superemos viejos esquemas para conseguir que guipuzcoanos de diferente origen construyan este pueblo"

La Diputación entiende fuera de "toda lógica política" distinguir entre personas nacionales y extranjeras. "No queremos que nadie tenga que renunciar a su identidad para ser ciudadano de pleno derecho", anuncia el nuevo director de Migración y Diversidad.

Diario de noticias de Gipuzkoa, jorge napal, 02-03-2012

donostia. Marcos Nanclares, director foral de Migración y Diversidad, está al frente de una cartera de nueva creación en el territorio. La Diputación ha querido dar un giro de 180 grados al enfoque con el que hasta ahora se venía abordando la inmigración en Gipuzkoa. Nanclares hace suya una de las frases que rige la nueva dirección: “Para un mutuo reconocimiento, es necesario un conocimiento previo”, defiende. Él es la cabeza visible de “un grupo dinamizador” integrado por 17 expertos que “están en contacto con los colectivos a pie de calle”.

¿Qué fotografía recoge de la inmigración en Gipuzkoa a día de hoy?

La fotografía de Gipuzkoa y de Euskal Herria es la de una sociedad muy diversa, de ahí que hayamos cambiado el paradigma y la perspectiva de trabajo que se ha tenido hasta ahora. Pero, teniendo en cuenta la pregunta, ya no hablamos de los otros, los que vienen de fuera, sino que defendemos todas las ciudadanías, y cada una de ellas con su origen. Cuando se decidió crear la Dirección de Migración y Diversidad, se hizo con el reto de construir este pueblo entre todos y todas, cualquiera que sea nuestro origen.

Reformulo la pregunta. ¿Qué fotografía recoge de las personas de origen extranjero convertidas en el eslabón más débil de la cadena social?

Reformularé también la respuesta. Hablas de persona extranjera, pero para nosotros es muy importante superar ese esquema, esa visión. Este es un gobierno de Bildu, una fuerza independentista, nuestro referente es Euskal Herria y uno de los pasos fundamentales es hacer un cambio de discurso. No tiene lógica funcionar con la categorización de las personas que hacen los Estados.

¿A qué se refiere?

Hablar de personas extranjeras nos llevaría a considerar como extranjero a un vecino de Hendaia que ha venido a vivir a Donostia. Y de la misma manera, podría ser considerado nacional el que viene de Ceuta. Es necesario cambiar esos referentes. No queremos poner etiquetas a nuestra población en función de su origen. Queremos que todas las personas que viven aquí tengan garantizados todos sus derechos…

¿Pero acaso los tienen?

Al menos los deberían tener, aunque como administración nos encontramos con enormes dificultades. Entre otras cosas, porque una de las competencias más importantes, como es Inmigración y Extranjería, está en manos del Estado. En cualquier caso, más allá de las dificultades, nuestro objetivo es superar viejos esquemas y ver cómo conseguimos que guipuzcoanos y guipuzcoanas de diferentes orígenes construyan este pueblo.

No hacen distinciones entre personas, pero se quiera o no, media un abismo entre las condiciones de vida de unos y otros.

Evidentemente, hace falta un trabajo integral.

¿Eso en qué se traduce?

En que hay que atender las necesidades de todas las personas que vivimos en Gipuzkoa. Evidentemente, una persona que ha venido de fuera de la UE, y que tiene que hacer frente a la Ley de Extranjería, se encuentra en una situación muy diferente de la que goza, por ejemplo, quien ha venido de Madrid. Eso es indudable. Hay que garantizar la igualdad de oportunidades para todos.

El problema es que el escenario actual no es precisamente el idóneo…

Pues no. La coyuntura de crisis no se lo pone fácil a nadie. Estamos pagando las consecuencias de un modelo económico del que somos muy críticos. Además, habría que analizar qué está pasando en el mercado laboral. Tenemos la sospecha de que se está dando un proceso de sustitución en segmentos de trabajo que hasta hace poco tiempo eran ocupados por personas llegadas de fuera de la Unión Europea. Ese trabajo lo está haciendo ahora quien viene del Estado español.

¿Qué trabajos?

Me refiero a la vendimia en Gipuzkoa, por ejemplo, a la hora de recoger la uva. También el trabajo de descarga en los puertos. Tener esa fotografía es importante para conocer el punto de partida. En estos momentos tenemos dificultades desde una perspectiva propia, como pueblo, para saber cuál es nuestra fotografía real. Es algo que tenemos que analizar.

Ahora que habla del trabajo, ¿observa brotes xenófobos en la sociedad guipuzcoana por la falta de empleo?

No creo que la sociedad guipuzcoana sea especialmente racista. Es cierto que en una situación de crisis como la actual se tiende a buscar culpables y se puede tomar como chivo expiatorio al más débil, pero no lo creo. Los datos así lo corroboran, lo que no quita para que trabajemos en la desactivación de cualquier foco de xenofobia.

Nadie es racista, pero nadie quiere tener a una persona de etnia gitana como vecino…

Depende, no lo sé. ¿Tú crees que nadie quiere tener a un vecino gitano?

Sí, lo creo.

Seguramente, entre payos y gitanos tenemos un desconocimiento mutuo y hay que trabajar para desactivarlo. Además, como administración, tampoco estoy dispuesto a cargar la responsabilidad de esas actitudes sobre la espalda de nuestra población. Las administraciones también tienen que decir mucho ante ello.

Precisamente, el Gobierno Vasco ha pedido a la sociedad vasca “un esfuerzo” para integrar a las personas de origen extranjero. Ustedes, ni siquiera han participado en el III plan de Inmigración de Lakua. ¿Por qué?

Porque, entre otras cosas, el departamento que dirige Gemma Zabaleta coloca sobre la población el acento de las actitudes xenófobas y racistas. Con ello se obvia la responsabilidad que tenemos las administraciones, sobre todo las estatales. Todos los colectivos dicen lo mismo: si en estos momentos hay un ejemplo claro de racismo y xenofobia, son precisamente las leyes de Extranjería.

¿Por qué?

Porque se están diferenciando los derechos de una persona en función de su lugar de procedencia. Eso es racismo y xenofobia. La legislación actual define quién es ciudadano de este pueblo y quién no. Nos dice con qué condiciones y derechos vamos a vivir. Es una decisión que en estos momentos se arrogan exclusivamente los Estados. Ante ello, nosotros decimos que somos las personas que vivimos aquí las que debemos tomar ese tipo de decisiones, independientemente de nuestro origen.

¿Por eso no comparten el modelo de trabajo del Gobierno Vasco?

Es que uno de los problemas del pacto del Gobierno Vasco es que obvia esa realidad. No se puede hablar de dejar de lado la dicotomía entre nacionales y extranjeros y defender una ciudadanía inclusiva, cuando sabes que no tienes instrumentos políticos para garantizar esos mínimos derechos.

Si partimos de la base de que la legislación es tan “injusta” pero viene de donde viene, ¿qué margen de maniobra tienen ustedes?

Hay que poner sobre la mesa precisamente eso: qué instrumentos y capacidad tiene este pueblo para tomar sus propias decisiones. Además, es fundamental abrir un debate sobre la diversidad de orígenes. No queremos que nadie tenga que renunciar a su identidad para ser ciudadano o ciudadana de pleno derecho en este pueblo.

¿Un marroquí en Gipuzkoa tiene garantizado ese derecho a día de hoy?

Es lo que hay que trabajar. Hasta ahora, el esquema de trabajo de los Estados ha sido de asimilación, y no tenemos más que ver el caso de Francia. Todos los conflictos que se produjeron en la periferia de las barriadas francesas fueron consecuencia de un esquema de asimilación. A esas personas les dijeron que olvidaran lo que eran, que aprendieran francés y asumieran sus valores. Les dijeron que así se convertirían en ciudadanos franceses. Hicieron todo ello, y ahora han continuado siendo ciudadanos de tercera o cuarta categoría. Eso es lo que hay que evitar. Por eso explota todo ello.

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