«Los cocineros del cuartel han llegado a llamarme 'el morito'»

El Correo, DANIEL GONZÁLEZ, 13-02-2012

A Mohamed – nombre ficticio para preservar su identidad – se le hace un nudo en la garganta cada vez que entra en el comedor del cuartel militar de Araca. No en vano, este soldado musulmán sabe que va a encontrarse con el mismo «trato discriminatorio» del personal de cocina que le acompaña desde hace unos dos años. Bromas de mal gusto, faltas de respeto y hasta insultos se han convertido en el ingrediente adicional que acompaña a su menú, que por motivos religiosos no puede llevar carne de cerdo.

«Llegué a Araca hace tres años, y en mi destino anterior, en Zaragoza, no había tenido ningún problema. Pero en Vitoria la cosa cambió: o no me preparaban la comida, o me daban el mismo plato que al resto, aunque no pudiese comérmelo, diciéndome que me buscase la vida o repitiese otro plato», recuerda este militar a EL CORREO.

Su calvario comenzó cuando la reorganización en un turno partido le obligó a tener que comer allí. «Yo avisé de esto a mis jefes, y dieron parte. Desde arriba se dio el visto bueno a mi petición, y entonces empezaron los malos modos. Directamente cogían el plato, delante de mí, se metían en la cocina a quitarle el cerdo y me lo volvían a poner en la mesa. Y si les decías algo, se mosqueaban», resume Mohamed.

A lo largo de estos dos años ha presentado unos diez partes a sus superiores, dado que, al ser una subcontrata la empresa que se encarga del comedor, no ponen a su disposición hojas de reclamación. «Los jefes directos y mis compañeros me apoyan, yo no tengo ningún problema con ellos», asegura este soldado, para quien la situación «es claramente discriminatoria. En las ordenanzas está claro que tengo derecho a que me den de comer un menú específico», añade.

«Comida pasada»

Pero su denuncia va más allá. «Ya ha llegado el punto en el que o no me ponen la comida, o me la ponen en malas condiciones, como un arroz que huele y que hasta los propios compañeros lo notan; o tortillas hechas hace varios días, filetes pasados…», enumera. Aunque lo más grave para él fue el día en que, estando de marcha, sus compañeros fueron a recoger la comida. «Ellos les preguntaron por lo mío y los de cocina les saltaron ‘¿quién, el morito?’. Cuando me lo contaron me pareció una falta de respeto tremenda», denuncia.

La lista continúa. «Algunos días me dicen ‘faltan dos minutos para las dos. Si te esperas a esa hora te pongo la comida’, cuando tienen mi plato al lado. Son faltas de respeto, en plan ‘toma este plato, que tiene cerdo’, que han provocado que desconfíe de ellos. Luego dicen ‘es broma’, pero ya no me lo como. Encima, una vez me encontré en los espaguetis, que supuestamente los habían preparado por separado, un trozo de chorizo», apunta.

«Yo puedo comer en la cantina, no tengo ningún problema en ir allí, pero es que es un derecho que tengo, y Defensa paga por ese menú a la empresa. A mí me ofende, nunca me encuentro las cosas bien, tengo que discutir para que me hagan algo, y no tiene que ser así. No estamos hablando de un capricho, sino de una cuestión de mi fe, de mi religión, y quiero que me lo respeten», reclama.

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