ARANTZA GÓMEZ EUSKADI| Pág. 8

Mujeres que lucharán por cambiar el mundo

El Mundo, , 07-12-2011

Bilbao

Gabriela Florea y María Pilar García son dos jóvenes procedentes de mundos muy distintos. Gabriela nació en Rumanía hace 29 años, es licenciada en Psicología y reside en España desde hace casi seis años. María Pilar es gitana, tiene 21 años, es licenciada en Trabajo Social y ha pasado toda su vida arropada por los miembros de su etnia. A pesar del abismo social que separa a estas dos jóvenes, ambas tienen algo muy importante en común: se han preparado para ofrecer a las mujeres de su entorno una vida mejor.

Ellas son solo dos de las veintiséis agentes de empoderamiento que el Ayuntamiento de Bilbao ha formado recientemente para informar, detectar y luchar contra los casos de violencia de género o violencia intrafamiliar en sus respectivas comunidades. Una iniciativa con la que se pretende «dar todas las herramientas posibles» a mujeres inmigrantes o de comunidades minoritarias que residen en Bilbao para que puedan conocer sus derechos y los recursos legales y sociales que pueden ampararlas ante casos de violencia.

«La idea de formar a estas jóvenes surge con el objetivo de transmitir información de forma más cercana porque así las mujeres no se sienten cuestionadas y pueden reflexionar sobre el contexto social que las rodea», señala Goizane Mota, técnica de inmigración del Ayuntamiento de Bilbao. El origen de este proyecto data del año 2008, cuando tuvo lugar la primera gran concentración para mujeres inmigrantes y de comunidades minoritarias en la que llegaron a participar hasta 300 mujeres y 13 hombres de 38 nacionalidades diferentes para tratar temas de salud reproductiva y violencia.

«Empecé en este proyecto en 2008 a través de la Asociación Kale dor Kayiko porque el Ayuntamiento llamó pidiendo la participación de una chica joven en esta iniciativa y decidí presentarme. Disfruté mucho con el resto de mujeres porque nunca había tenido la oportunidad de conocer otras culturas», señala María Pilar García. «Fue una experiencia interesante porque acababa de llegar a Bilbao y no conocía a casi nadie pero los profesionales que nos asesoraron me aportaron mucho», coincide Gabriela Florea.

Tras esa buena primera experiencia, ambas decidieron continuar involucradas en el proyecto social que este año ha celebrado una segunda versión pero adaptada a comunidades minoritarias que actualmente residen en la villa como la china, la magrebí, la subsahariana, la gitana o la rumana. Se trata de un esfuerzo por parte del consistorio para intentar acceder a estos grupos minoritarios que en muchas casos se sienten olvidados por las instituciones. «En ocasiones el lenguaje o el formato de las campañas informativas no llega a estas comunidades porque se enfocan a nivel general. Sin embargo, con las agentes de empoderamiento se incorporan pautas culturales porque ellas tienen la cercanía y la posibilidad de dialogar con estas mujeres en confianza», afirma Amaia Domingo, responsable del programa de Igualdad y Violencia de Género del Ayuntamiento de Bilbao.

La labor de estas cercanas mujeres es muy sutil ya que trabajan con grupos reducidos de mujeres de sus propias comunidades, pero han comprobado que la labor acaba dando sus frutos.

«Tras el curso de formación me di cuenta de que había sido víctima de violencia de género por parte de una pareja, porque también existe la violencia machista económica y social», reconoce Gabriela Florea.

«En el grupo en el que trabajo seleccionamos a mujeres gitanas casadas y con hijos porque muchas veces sus hijas o sus nueras recurren a ellas en la intimidad para pedir consejo o consultar dudas. Nosotras les transmitimos la información para que ellas, a su vez, aprovechen los momentos de soledad para hablar con el resto de mujeres de su familia», asegura María Pilar García.

El trabajo de estas agentes de empoderamiento tiene otra importante finalidad: mejorar los sistemas de atención a las mujeres de estas comunidades minoritarias. Una labor que se consigue gracias al gran conocimiento de la cultura que cada una de ellas posee de su entorno. El objetivo es que estas mujeres puedan tomar sus propias decisiones con conocimiento de causa, con libertad y siendo conscientes de que hay comportamientos que no tienen porque tolerar.

«Desafortunadamente en Rumanía las mujeres que sufren violencia no tienen apoyo institucional y hasta son cuestionadas por la policía, pero aquí es diferente porque tenemos recursos y los mismos derechos que los hombres», asegura Gabriela Florea. «Ser una agente de empoderamiento es la demostración de que las culturas minoritarias están presentes en las instituciones y que ellas ponen a su alcance recursos de acercamiento», afirma María Pilar García.

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