STEPHANE HERVÉ ABESSOLO DEL SERVICIO JESUITA

"Si la comunidad internacional se olvida ahora de los desplazados del Chad, todo el trabajo se habrá perdido"

Stephane Abessolo es responsable del campo de refugiados de Koukou, en el este del Chad, junto al revuelto Darfur. Con Alboan y el Servicio Jesuita a Refugiados trabaja para dar una educación, la primera y única, a miles de niños y adultos que lo pasan fatal. Allí, él hace de todo

Diario de Noticias, enrique conde, 27-11-2011

PAMPLONA Tiene una ristra de retos pendientes y otros tantos que ya ha acunado y casi van sobre ruedas. Habla con fervor de unos, de las cosas que quedan por hacer, afianzar, mantener y mejorar, de fortalecer a la comunidad para que cuando el JRS (Servicio Jesuita a Refugiados, siglas en inglés) abandone su misión, la educación siga entre las prioridades del pueblo; y de otros, de los objetivos cumplidos, de los 8.000 niños escolarizados en el campo de refugiados de Koukou Angarana, al este del Chad, en la frontera con Sudán, de los más de 200 maestros, “enseñantes” los llama, que han surgido reclutados dentro del propio campo y de esas familias, algunas, que incluso ya permiten que se escolaricen sus niñas y que ya no ven con tan malos ojos eso de que aprendan a leer y a escribir en una pizarra.

“Incluso en el vecino Goz Beida se ha ido más allá y se realizaron cultivos comunitarios para que los padres pudieran pagar a los maestros. Es la última parte del proyecto, ahí queremos llegar”, dice el maestro. De unos y otros objetivos, el camerunés Stephane Herve Abessolo sabe un rato y, como tal, como responsable de ese campo, uno de los 12 que acogen a más de 200.000 personas en la región oriental del Chad, Abessolo se hartó de convencer el jueves en el colegio Jesuitas de Pamplona a un centenar de alumnos de lo importante que es que les tengan presente. El africano ha visitado la última semana la CAV y Navarra difundiendo los parabienes de la campaña de sensibilización Un cole en una tienda de campaña, que el JRS, con la ayuda de su organización aliada, Alboan, lleva promoviendo en los campos de refugiados y desplazados cercanos a Darfur. No pinta mal, pero partiendo del lienzo en blanco con el que empezó, queda mucho que pintar.

Abessolo no solo tiene ojos para los alumnos, también recuerda que “la educación de la mujer y la formación de los maestros es una de las claves del proyecto. A los enseñantes se les da formación en varios aspectos, académico, y pedagógico también (para que sepan enseñar, comportarse, hacer registros…) y les preparan para obtener un diploma oficial. Son reclutados dentro del mismo campo, son agricultores y ganaderos que no han tenido acceso a una gran educación. Koukou es el pariente pobre del Chad y, por eso, tenemos que tratar de que el Gobierno incorpore a esos maestros a su red pública de enseñanza, que el país se haga cargo de ellos y así se pueda continuar con la escolarización. El proyecto sería así viable”.

Las niñas, madres y mujeres en general representan uno de los principales focos de intervención. Para que las niñas acudan al colegio en Koukou, Abessolo y su equipo han apostado por ofrecerles una ración extra de alimentos a sus familias en caso de que vayan al colegio, para que reparen en la importancia de la educación. Teniendo en cuenta que solo disponen de una comida al día, la apuesta es de órdago. En cuanto a las jóvenes y adultas, Abessolo aclara que “su educación es un asunto muy complicado, en el que el peso de la tradición es grandísimo. Pero ahora empieza a cambiar y se ven luces. Hay chicas que están llegando al fin de un ciclo de enseñanza y pueden servir de ejemplo. Es más fácil que una joven que haya tenido un hijo venga a la escuela e incluso le dé pecho en clase a su niño a que acuda al colegio una joven casada”.

Chad, país desértico, con una parte oriental que ha vivido al albur de un conflicto armado y de masivos desplazamientos de población, le da esperanza a Abessolo. “Hay jóvenes que están olvidando un poco el conflicto. En el caso de los refugiados hay muchos que han cubierto su ciclo educativos y ahora son maestros. Los refugiados venían ya de un contexto en el que la educación era algo importante, pero los desplazados requieren un proceso mucho más lento, no tenían nada de educación, solo recibían la enseñanza del Corán por ser musulmanes. El Go – bierno chadiano no había intervenido y los había dejado de la mano. En 2007 empezamos de cero con ellos, por eso ahora no debe parar esta cadena. Viendo la parte positiva del conflicto, eso les ha permitido acceder a la educación y a recursos públicos como la salud. Ahora que el Gobierno está planteando el retorno de estos desplazados a sus lugares de origen, la gente no quiere volver pese a que no hay conflicto. Su nivel de vida y de protección no está asegurado. Viven mejor ahora, en un campo de desplazados”.

“la pobreza no mueve” El responsable del JRS en el campo de Koukou Angarana, economista y con larga formación universitaria, actualiza su visión y dice que “ahora en el Chad se ha querido transmitir una sensación de paz, de que todo se ha arreglado, pero el problema interno está muy lejos de arreglarse. No hay conflicto armado, no hay combates, pero la comunidad internacional debería reconocer las necesidades del país. Sin embargo, la pobreza no mueve a la gente”. Entonces, ¿a qué teme Abessolo? “Al olvido. Un representante de Naciones Unidas nos dijo en una visita reciente que no se logran movilizar fondos. Si ahora no hay financiaciones y abandonan a la gente a su suerte, todo el trabajo se habrá perdido porque la gente no está preparada para gestionar los proyectos y su propia vida de manera más autónoma. Parte de nuestro trabajo es fortalecer esas comunidades, para que puedan rodar solas hasta que el Gobierno pueda encargarse de ellas, pero ahora no se está haciendo nada. Y hay que implicarse, si no, estamos perdidos”.

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