OURENSE

La víctima de una supuesta extorsión dice que estaba «aterrorizada»

La Voz de Galicia, m. v. ourense / la voz, 23-11-2011

Recibieron mensajes de móvil en los que, bajo amenazas de hacer daño a toda la familia, se les instaba a entregar 6.000 euros.

Recibieron mensajes de móvil en los que, bajo amenazas de hacer daño a toda la familia, se les instaba a entregar 6.000 euros.

Las horas que transcurrieron entre el 9 y el 11 de agosto del 2009 fueron terribles para ellos. Desde que recibieron el primer mensaje de móvil en el que, bajo amenazas de hacer daño a toda la familia, se les instaba a entregar 6.000 euros hasta que la policía detuvo a un sospechoso vivieron momentos difíciles que ayer tuvieron que recordar. Lo hicieron en el segundo día de juicio contra Raúl Jiménez Salazar, antiguo dirigente gitano acusado de un delito de amenazas condicionales a una compañera de trabajo (ambos eran funcionarios del Concello de Ourense) a la que, presuntamente, envió aquellos mensajes.

La primera en declarar fue la funcionaria. Aseguró que nunca se imaginó quién podía ser el responsable de las amenazas, pero dijo que tanto ella como toda su familia pasaron por momentos muy duros. «Yo estaba aterrorizada, sobre todo por mi hija, no sabíamos lo que le podía pasar», recordó.

Relató que al día siguiente de recibir los mensajes se pusieron en contacto con la policía y, con dos agentes ocultos en la parte de atrás de su coche, fueron a llevar el dinero a un punto fijado por los extorsionadores. Nunca aparecieron, pero al día siguiente volvieron a señalar otro lugar para la entrega, esta vez en Castadón, en un contenedor junto a una fuente. Allí sería detenido, la noche del 11 de agosto, Raúl Jiménez Salazar.

El marido de la víctima, quien también se mostró muy nervioso, aseguró que la policía siempre sospechó que el responsable de la extorsión era alguien del entorno y que incluso él mismo llegó a ser sospechoso.

Faltas de ortografía

Así lo constatarían poco después los propios agentes que llevaron el caso. Aseguraron que, por el léxico de los mensajes y el modus operandi de sus autores, es muy poco probable que el delito pudiese ser obra de ciudadanos rumanos, tal y como asegura el sospechoso. «Los mensajes los envió alguien con poca cultura y con conocimiento de la ciudad», dijo un agente, recordando que en los textos había errores ortográficos.

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