Condenados a no vivir en su casa

Las Provincias, A. RALLO | VALENCIA., 11-10-2011

Tomás Valera se encuentra hundido. A sus 37 años no tiene trabajo ni expectativa de encontrarlo. Ahora, además, se va a quedar sin casa durante tres meses. Esta es la condena que ha ratificado la Audiencia de Valencia por causar ruidos y molestar a los vecinos del inmueble. «¿Qué dónde me voy a ir? Pues debajo de un puente», responde algo nervioso después de que ayer su comedor se convirtiera en un plató improvisado de las televisiones.

Su mujer, al cierre de esta edición, todavía no conocía la noticia. Y ella parece ser la causa de esta disputa, según lamenta. «Todo es por una cuestión racista. Mis vecinos no soportan que sea mulata». La esposa es natural de Guinea Ecuatorial.

La Ley de Propiedad Horizontal recoge que se puede privar a una persona del uso de su vivienda o local por un tiempo no superior a tres años en función de la gravedad de la infracción y de los perjuicios ocasionados a la comunidad de propietarios. Fue esta la que decidió presentar la denuncia a instancias de varios residentes.

El juez de primera instancia consideró que existen «pruebas objetivas», tanto documentales como declaraciones en el propio juicio, para sostener que las actividades «molestas, nocivas e ilícitas» existieron desde el año 2006 hasta el pasado 2009. Los demandantes llegaron a presentar en la vista varias grabaciones de ruidos que supuestamente provenían de la vivienda en la que hasta la fecha residen los dos condenados. El fallo apunta las malas relaciones vecinales de la mujer de Tomás, pero aclara que no está relacionada con las molestias.

La pareja todavía no tiene fecha para abandonar el domicilio. «Vamos a intentar que sea cuanto antes para poder organizarnos. Si espero a que me lo digan desde el juzgado tendrá que ser ese mismo día», explica Tomás. Todavía no comprende cómo le ha podido ocurrir esto. «Todo fue porque le llamamos la atención – se refiere a los demandantes – y desde ese día les caemos mal. Cada vez que veían a mi mujer llamaban a la Policía». Tomás, que se enteró ayer por la prensa que había sido condenado, niega que organizaran fiestas o causaran ruidos en horas poco apropiadas. «Mira, un día llegaron a llamar a la Policía porque mi sobrino estaba llorando. Le estaban saliendo los dientes. ¿Qué querían que hiciéramos?». El hombre asegura que ni los cumpleaños ni la Nochevieja la celebraban en el domicilio por miedo a represalias.

La presidenta de la comunidad de vecinos en el momento en que se interpuso la denuncia, Mila Ponferrada, recordó ayer en declaraciones a la agencia EFE que los motivos por los que en 2006 se acudió a los tribunales fue por las molestias que causaba al resto de vecinos «la música muy alta y la gente que entraba y salía del patio a gritos a las 4 o las 5 de la madrugada». Incluso algunos residentes del inmueble llegaron a recibir tratamiento psicológico.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)