Radio indígena de allá para indígenas de acá

La Verdad, GARCÍA MARTÍNEZ, 08-10-2011

Además del ruidoso charangueo impuesto por el Imperio americano – ese ‘rock and rock’, con sus variantes, grabado a fuego en las cabecitas de los jóvenes – , puedes encontrar, si buscas afanosa y pacientemente en el dial, la cuasi felicidad de un respiro. Son las canciones que los viejos llamamos ‘de siempre’, que animaron nuestra adolescencia y, en discotecas y guateques, nos elevaron a otros mundos, fuertemente abrazados a la novieta en la que habíamos depositado todas nuestras complacencias.

El baile agarrado presentaba otros atractivos, como el del riesgo. En ‘El Chispero’ de la calle de Leganitos, en Madrid, los arrullos de producían con la luz apagada. Franco y sus autoridades civiles, eclesiásticas y militares estaban acechando para que, entre los cadetes y las margaritas no se produjeran roces que pudiesen molestar a Dios Nuestro Señor. (Cosa estúpida porque, a Dios Nuestro Señor, esos escarceos que la misma naturaleza humana promueve, le traían sin cuidado. Pero, en fin, siempre hubo más papistas que el Papa y más diosistas que Dios).

Estando, como decía, ‘restregando la cebolleta’ sin luz ninguna, llegaba la policía de la social. ¡Atención! ¡Manos fuera y bombillas encendidas! Aprovechábamos para sentarnos y aliviar los calentones con una coca – cola regada con ‘chorradica’ de Larios. Y, en cuanto que la pareja emigraba en su búsqueda de inmoralidades, regresábamos a la faena.

Las radios informativas españolas apenas dan hoy música En otras, todo es música, pero, ya digo, incomprensible y molesta para un sector tan importante de la población como es el de los viejos. Muchos guitarreos de fondo, cada uno a su aire, más un señor o señora que grita. La Radio Clásica, como la tapan las emisoras locales, no hay modo de pescarla. Y cuando lo consigues, tienes la paradoja de que – desde que manda el PSOE – casi todo es motete de iglesia, gori – gori y ‘contemporánea’ (ruidos).

¿Qué nos queda, vida mía! ¡Ah! Tenemos las radios indígenas, las de los inmigrantes hispanoamericanos. De ellas nos servimos los indígenas de la puta madre patria. Son las únicas que te ponen la ‘Melodía desencadenada’, ‘Dos gardenias para ti’, ‘El manisero’, ‘Alma llanera, ’Ay, Jalisco, no te rajes’, ‘El humo ciega tus ojos’ y la marcha del río Kwai.

- ¿Bailamos, nena? – propone el viejo a la vieja.

- ¿Pero lo del río Kwai? – se asusta ella.

- ¡Tranquila! Tú, como si fuera un pasodoble.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)