Animadores infantiles, explotados en la Puerta del Sol

Los inmigrantes que se disfrazan denuncian que hay compatriotas que explotan a otros en la plaza. Dora la exploradora, envuelta en una pelea el domingo, relata su caso

ABC, TATIANA G. RIVAS, 06-10-2011

De once de la mañana a cuatro de la tarde, todos los días, Dora la exploradora consigue su jornal en la Puerta del Sol. El pasado domingo, esta más que exploradora, luchadora, se vio inmersa en una pelea por el territorio en la plaza con Minnie, una peruana que lleva poco tiempo en el oficio. «Decía que me fuera, que tenía permisos para estar en la fuente y que no quería que yo estuviera cerca porque le perjudicaba el negocio y ¡nadie tenemos licencias de ningún tipo!». Después, le siguieron los insultos y las manos, hasta que la Policía y otros compañeros de actividad mediaron.

Esta ecuatoriana que dice llamarse «unas veces María, otras Ana, otras Gloria y las más, Dora» lleva siete años emplazada en el Kilómetro 0 madrileño. Nunca antes había tenido problemas con otros compañeros. «Nos respetamos», alega, pero también es verdad que en los últimos tiempos compagina su labor de ganarse la voluntad de la gente con la de denunciar ante la Policía Municipal a los inmigrantes, «peruanos y bolivianos», que trafican con otros compatriotas disfrazados de dibujo animado.
«Exigen parte del dinero»

«Ponen a trabajar a una decena de personas bajo los disfraces y luego les exigen parte de la recaudación. Esta plaza no es de nadie. Que venga quien quiera a trabajar, pero no a explotar a los que hemos venido a ganarnos nuestro pan», explica esta mujer con el rostro sudoroso tras quitarse el cabezón de Dora.

Esta versión la corroboran los peruanos Luis Guerrero, o mejor dicho, el que tiene el mejor disfraz de Pocoyó en el lugar, y Hernán, más conocido como Mickey Mouse. Cuando Dora se percata de este abuso, avisa a los agentes municipales, siempre presentes en la Puerta del Sol, algo que desata enojo entre sus iguales.

«Estar dentro del muñeco es un suplicio. Se aguantan temperaturas extremas y encima se lo llevan otros sin hacer nada. No quiero eso», sentencia obstinada. La misma revela que cuando llegó a España, hace 9 años, también intentaron abusar de este modo algunas personas.
Roces, cada vez más habituales

Estos tres personajes infantiles aseguran que no hay ninguna mafia detrás de este trabajo. Sin embargo, los roces cada vez son más habituales. Los motivos: «Se repiten los disfraces»; «la gente nueva es más agresiva para captar dinero»; «hay personajes que vienen con trajes sucios y que huelen mal y es un desprestigio para nosotros»; «cada vez hay menos organización y no se respetan los espacios», apuntan estos animadores.
Hasta 2.000 euros al mes

Temporada tras temporada, indican, crece la presencia de personas disfrazadas de dibujo animado en la plaza. Actualmente hay una veintena pululando por Sol. En Navidad, se duplica esa cifra.

Bajo los personajes siempre se esconden inmigrantes legales o en situación irregular que no obtienen un empleo con mejores condiciones. Con esta actividad consiguen entre 15 y 20 euros al día y, en campaña de Navidad, hasta 2.000 euros mensuales, aseguran.

Robos junto a los músicos y las estatuas
t. g. r. / madrid
Fuentes policiales aseguran que, diariamente, alrededor de los artistas distribuidos por el centro —estatuas humanas y músicos— se producen robos al descuido. «Aprovechan las multitudes y quitan la cartera a los que estén despistados, por eso nuestra labor es disolver los tumultos de gente», señalan. Es algo que viene produciéndose desde hace años y que permanece en el tiempo dada la dificultad para pillarles in fraganti.
Los propios muñecos que trabajan actualmente en la zona indican que hace tres meses dejaron el lugar otros imitadores de Mickey y Pocoyo que aprovechaban la ocasión para meter la mano en el bolso o el pantalón de la persona que se les acercaba. «Estamos para trabajar y que nos den lo que nos quieran dar, pero no para robar. Esto nos perjudica seriamente», apuntaba ayer Dora.
No existe una norma que les impida ganarse la vida de esta forma en la calle, siempre y cuando no vendan ningún producto en la vía. También está la ordenanza de Ruido, que prohíbe a los músico utilizar cualquier instrumento de percusión.

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