el futuro del populismo europeo

Atención a Dinamarca

La Voz de Galicia, Leoncio gonzález, 14-09-2011

¿Una decisión emocional que se debe al espanto que produjo la matanza de Utoya o el resultado de una evaluación racional, a la que se llegó tras sopesar fríamente propuestas y trayectorias de la ultraderecha, sin dejarse influir por el hecho de que Anders Behring Breivik hubiese formado parte de ella? Es la diferencia entre que estemos ante un fenómeno puntual, aislado, que no va a tener incidencia posterior, o que hayamos asistido al comienzo de un movimiento más interesante de reflujo en la aceptación de las fuerzas populistas y xenófobas.

Si es cierto lo que sostienen los analistas noruegos, que el varapalo sufrido por el Partido del Progreso no está directamente relacionado con los atentados del pasado julio sino que nace de circunstancias anteriores vinculadas con la actuación de esta formación, habría razones para el optimismo. El retorno masivo de votantes al partido conservador significaría que tanto el mensaje basado en el odio racial como la conducta de quienes lo promueven habrían empezado a perder atractivo para el electorado y a dejar de ser vistos como una alternativa digna de confianza.

Tal vez las elecciones de mañana en Dinamarca, donde la derecha euroescéptica y populista ha tenido una influencia considerable en la dirección del Gobierno los últimos años, arrojen nuevas pistas sobre el estado de salud de este movimiento político. Pese a la cercanía geográfica y cultural con Noruega, allí no han tenido a un Breivik que condicione su voto, por lo que, si se confirma el retroceso de los ultras que pronostican las encuestas, cabría empezar a hablar de un cambio de signo. Quizá no lo conduzca aún a la irrelevancia, pero sí que supondría el fin del resurgir extremista.

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