El futuro sureño de Europa

La Vanguardia, Elisabeth Guigou, 01-09-2011

La crisis económica ha alcanzado ambas orillas del Mediterráneo, y el riesgo de una depresión duradera ha llegado a ser muy real. Las políticas de austeridad en Europa amenazan con ser contraproducentes, causando daño permanente a las perspectivas de crecimiento y, por lo tanto, avivando el desempleo y los déficits presupuestarios. Y los países del sur del Mediterráneo no pueden tener esperanzas de conseguir suplir en América y Asia las oportunidades e inversiones que están perdiendo en Europa.

En estas circunstancias – y especialmente en vista de la agitación política en los países del sur del Mediterráneo-relanzar el proceso euromediterráneo y colocarlo sobre una nueva base beneficiaría a ambas partes. Europa tiene tecnología y proporciona un marco seguro para la inversión, pero es el sur del Mediterráneo el que progresivamente puede apuntar hacia un fuerte crecimiento económico. Europa tiene una población que envejece y perderá 20 millones de personas hasta el 2030, mientras que el sur del Mediterráneo tiene una población joven y dinámica que desesperadamente necesita oportunidades de trabajo.

La UE importa actualmente la mitad de su suministro de energía – en 20 años, el porcentaje será del 70%-.Sin embargo, en el cercano sur, los recursos energéticos y materias primas son abundantes. Una comunidad europea de energía podría acelerar la transición de Europa hacia bajas emisiones de carbono y estimular el desarrollo de energías renovables. También, con el tiempo, podría conducir hacia una comunidad de energía euromediterránea.

Para impulsar la inversión en ambas direcciones debe crearse una zona de estabilidad monetaria. Un sistema monetario euromediterráneo evitaría la discrepancia entre el comercio denominado en euros y el comercio denominado en dólares – de hecho, no debe descartarse una eventual expansión de la zona euro-.También se necesita un marco jurídico de confianza para las exportaciones e inversiones y un banco de desarrollo direccionado ayudaría a crear un entorno financiero favorable a la inversión.

El redespliegue industrial también podría ser la respuesta a la tercerización que llevan a cabo las empresas europeas, por lo que necesitamos construir una estructura euromediterránea integrada que fomente la movilidad industrial, agrícola, energética y laboral. Europa central y del este se constituyen en un ejemplo digno de estudiar de cerca: en colaboración con Alemania, estos países desarrollaron y fortalecieron sectores industriales de alto valor agregado.

Al mismo tiempo, la movilidad de los puestos de trabajo debe sustituir la migración no deseada. La movilidad de estudiantes y profesores debe ir acompañada de una mejor movilidad laboral para ambos, tanto para trabajadores europeos como africanos. Europa podría financiar más y mejor capacitación para ayudar a satisfacer su propia escasez de trabajadores, mientras que los países africanos tendrían la capacidad de dar empleo a sus jóvenes.

Y, en versión euromediterránea y euroafricana del programa de intercambio estudiantil, Erasmus no sólo atraería a estudiantes de Áfricaa Europa, también aumentaría el interés de los estudiantes europeos por el desarrollo del Mediterráneo del sur y de África.

Para el 2050, Europa y Áfricajuntas tendrán 2.500 millones de personas, una cuarta parte de la población mundial. Con tanto potencial humano, será posible construir sobre la base de las fuerzas económicas, sociales y ecológicas comunes. Una gran agrupación regional norte-sur de este tipo podría negociar con instituciones internacionales – en particular con la Organización Mundial del Comercio-desde una posición más fuerte y así preservar su propio modelo de desarrollo, un modelo basado en la proximidad, la complementariedad y la solidaridad.

Una Unión Euromediterránea que conduzca a una Unión Euroafricana podría abrir el camino en el futuro para un desarrollo mutuo equilibrado. Como Europa sabe, construir una zona económica y socialmente integrada ofrece la mejor oportunidad para resolver los conflictos y superar los antagonismos políticos y culturales. Sin embargo, todos los socios deben poner antes su propia casa en orden: Europa debe fortalecer su integración económica y política y Áfricadebe mejorar su sistema de gestión pública mediante la lucha contra la corrupción y el establecimiento más firme del imperio de la ley.

Asia gira actualmente alrededor de la Asean y las Américas alrededor del TLC y el Mercosur. Europa, también, tiene que ayudar a organizar una región hemisférica de gran tamaño. La construcción de un futuro conjunto para Europa y África,empezando por la costa mediterránea, será difícil y laborioso, pero esto no es motivo para que se retrase. De hecho, una unión Euromediterránea y luego una unión Euroafricana bien pueden constituirse en el único proyecto político capaz de prevenir la dominación global por parte de un G-2 compuesto por Estados Unidos y China.

E. GUIGOU, ex ministra francesa de Asuntos Europeos, Justicia y Trabajo, vicepresidenta de la Asamblea Nacional de Francia © Project Syndicate 1995-2011
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