Strauss-Kahn, de verdugo a víctima

Diario Sur, MERCEDES GALLEGO CORRESPONSAL, 28-08-2011

El jueves, en privado, sin cámaras ni anuncios públicos, la Policía de Nueva York entregó a los abogados de Domique Strauss – Kahn el pasaporte que le retenía desde mediados de mayo. Y así, con ese gesto que según sus amigos tiene una gran carga simbólica para él, el exdirector del Fondo Monetario Internacional (FMI) ponía punto final a un caso que ha dejado en entredicho al sistema judicial estadounidense.

Aunque asegura estar deseando volver a su país de origen, donde el palacio del Elíseo ya no le queda tan a mano, sus amigos y abogados dicen que antes tiene cosas que resolver en Washington, como pedir disculpas a sus colegas del FMI por lo que a todas luces es, como mínimo, una conducta moralmente inapropiada.

Según la investigación del fiscal y las pruebas de ADN, minutos después de que la camarera del hotel Sofitel entrase en su habitación, el político de 62 años estaba eyaculando en su boca y esta escupía su semen en la alfombra. Desde que la joven abrió la puerta de la habitación con su llave para limpiarla a sugerencia de otro empleado del establecimiento hasta que Strauss – Kahn llamó a su hija para almorzar pasaron solo siete minutos. Hasta ahí los hechos, que por desgracia no revelan si el intercambio sexual fue consentido o impuesto.

Como suele ocurrir en casi todos los casos de violación, no hubo testigos y el caso se reduce a la palabra de ella contra la de él. Así de fácil es derrumbar un caso de violación. Todo lo que los abogados del acusado tienen que hacer es crear la duda para que el jurado tenga que rendirse ante su incapacidad de creer a la acusada «por encima de una duda razonable», establece la ley.

La mejor defensa

Strauss – Kahn, que durante cuatro años fue director del FMI y previamente ministro de Economía francés, lo sabía muy bien. Por eso tan pronto como fue detenido tiró de la chequera de su multimillonaria esposa Anne Sinclair, nieta del marchante de Picasso, para contratar no solo a los mejores abogados de EE UU, sino a todo un equipo de investigadores y exespías de la CIA, capaces de desmenuzar la vida y milagros de su acusadora hasta encontrar esa sombra de duda que necesitaban para exonerar a su cliente. En este caso no tuvieron ni que llegar a juicio.

Al frente del equipo de abogados, que algunas fuentes ponen en una veintena, se encontraba Ben Brafman, que se hizo famoso por defender a grandes capos de la mafia, así como a Michael Jackson de la acusación de molestar a un menor y al rapero P. Diddy Combs de blandir un arma sin licencia en medio de un tiroteo en un club neoyorquino delante de más de cien testigos.

Cuando sus abogados dijeron a los medios que habían descubierto cosas en el pasado de Nafisatou Diallo que minaban gravemente la credibilidad de esta inmigrante guineana, el fiscal Cyrus Vance sabía que no bromeaban. Vance, que ocupa un cargo electo, parece haber dedicado los dos últimos meses a destruir él mismo a la mujer que había denunciado al político francés, antes de que pudieran hacerlo sus abogados en el juicio. Por el camino, el fiscal dice haber perdido confianza en el testimonio de la mujer a la que iba a defender, «cualquiera que sea la verdad sobre el encuentro», apunta en su pliego para retirar los cargos. «Y si nosotros no la creemos por encima de una duda razonable, no podemos pedir al jurado que lo haga».

El fiscal cumple así con la ley pero deja en la cuneta a todas las mujeres que un día sean víctimas de un hombre rico y poderoso capaz de contratar a los mejores abogados e investigadores, porque pocas llegarán al estrado con un pasado impoluto sin caer en ninguna contradicción. Para la justicia estadounidense el acusado es inocente hasta que se demuestre lo contrario y la víctima es la que tiene la responsabilidad de demostrar su acusación y de ser creída. Pero «si Dominique Strauss Kahn fuera un conductor de autobús del Sur del Bronx, un obrero de Harlem o un fontanero. ¿Cree que al fiscal de Manhttan Cyrus Vance le importaría lo que hubiera dicho la señora Diallo en su petición de asilo político?», preguntó con frustración su abogado Kenneth Thompson al salir del tribunal. Nadie contestó.

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