La doble crisis del sector forestal vasco > La doble crisis del sector forestal vasco

El bosque extiende sus raíces

empresas vascas

trabajan en Iparralde ante el parón de la actividad en el Estado y las posibilidades de negocio tras el ciclón 'Klaus'

Diario de noticias de Gipuzkoa, Asier diez Mon, 31-07-2011

Souprosse

Hay pocas actividades económicas que hayan sufrido tanto durante la crisis como el sector forestal vasco. Englobado dentro de la agricultura pero pendiente siempre de dar un salto de calidad hacia una industrialización de los procesos, muchas empresas han reducido a la mitad sus plantillas. El monte daba trabajo a algo más de 7.000 personas hace unos años, hoy los agentes más optimistas estiman que unas 3.600 personas viven del negocio.

Solo las grandes compañías han logrado resistir prácticamente indemnes a unos años en los que han sufrido dos crisis. Primero llegaron las turbulencias financieras, que laminaron el negocio de la construcción, destinatario del 80% de la madera talada en los bosques vascas. Y luego llegó el ciclón extratropical Klaus, que barrió el Cantábrico a finales de enero de 2009. Aquel devastador viento, que supuso cuantiosos daños en la costa de la CAV, mostró su peor cara en Iparralde donde devastó toneladas de bosque. Los precios de la madera, ya por los suelos, se desplomaron en Hegoalde, porque a muy pocos kilómetros, con una orografía más suave para realizar las labores de talado y recogida, había millones de arboles caídos.

El Klaus dio el golpe de gracia a la ya maltrecha industria forestal vasca; casi de la noche a la mañana se dejó de trabajar en los bosques de la CAV y se aceleró el ritmo de despidos. Unos cuantos empresarios decidieron no conformarse y ensancharon sus horizontes, cruzaron la muga y trabajan desde entonces en Las Landas. Es el caso de Larrano Basolanak, de Amorebieta. Su fundador José Ángel Mugira guía a este periódico en un viaje que desde hace dos años realizan todos los lunes una docena de sus empleados y los de otras empresas como Forestal Elorrio, Unanue o Gisasola. La procesión parte de Boroa y tiene como destino Souprosse, tras 250 kilómetros de autopistas y carreteras. Durante ese peregrinaje, despojado de cualquier atisbo religioso, sí hay una letanía constante. Son inmigrantes a tiempo parcial, de lunes a viernes, pero el hogar y la familia siempre están en mente.

Mugira se niega a ser fotografiado, quiere ser un actor secundario, pero es el que mejor entiende los motivos por los que están en Francia. Al principio, se dedicaron exclusivamente a recoger los árboles caídos durante el ciclón. Los bosques de la zona quedaron desolados, fueron derribados 40 millones de metros cúbicos de árboles – 30 millones de toneladas – , el 60% del área forestal de Las Landas, en su mayoría pinos marítimos.

Larrano, pionera en la CAV en la mecanización de la limpieza de montes, se sumó a las empresas locales sacando provecho al desastre natural causante del fin de la actividad en su ámbito local.

Una vez allí se abrieron camino en el sector acudiendo a las subastas de bosques y accediendo a contratos para talar explotaciones. Seguirán allí hasta que se empiece a mover el mercado al otro lado de la muga. Algo complicado, explica Mugira, con España “en quiebra técnica” y con muy reducidas posibilidades de negocio en Euskadi y el resto de la cornisa cantábrica.

A la espera de ese escenario, además de los trabajadores desplazados a Francia, otros diez empleados viajan cada día a Cantabria a limpiar bosques cercanos a la CAV y pernoctan en los lindantes con Asturias. El Gobierno autonómico subvenciona con tres mil euros por hectárea la recogida de leña.

¿Es rentable enviar al personal tan lejos con los gastos que conlleva? Mugira asegura que no, pero añade que en caso contrario habría tenido que cerrar la empresa hace tiempo. Realizó un ajuste al principio de la crisis, con algunos prejubilables y otros que fueron al paro, y a partir de entonces ha luchado por mantener la plantilla.

El margen comercial es mínimo. Las empresas vascas compran en Iparralde la madera a unos 15 euros la tonelada y la venden a 45 o 60 euros según la calidad, tanto en Francia como en el Estado. El beneficio se reduce notablemente al restar los costes del transporte. Nada que ver con cortar un árbol en Euskadi y venderlo a la papelera de turno.

Paradójicamente, los árboles del Klaus pueden marcar un punto de inflexión de cara a la actividad en Hegoalde. Fue imposible sacar al mercado toda la madera recogida y ha sido almacenada en una veintena de parques de troncos en los que la madera permanece en buen estado dos años después del ciclón gracias a un sistema de riego que la mantiene húmeda constantemente. Por fuera el tronco tiene un aspecto negruzco, en el interior la madera se ha conservado, si bien solo podrá utilizarse para embalajes o pasta de papel.

La buena noticia es que su salida al mercado, previsiblemente después del verano, acabará con un stock que ha colapsado la industria de la madera. A partir de ese momento, la actividad debería mejorar paulatinamente.

La naturaleza, de nuevo, pone obstáculos a la recuperación. Durante el recorrido en coche por las carreteras que surcan los bosques de Las Landas, el paisaje revela los efectos de una plaga de insectos que atacó primero a los árboles arrancados por el ciclón y luego a los sanos. Los bosques están infestados y el tránsito constante de camiones de un lado a otro de la muga es una seria amenaza de contagio.

“En algún momento mejorará esto”, asegura Mugira, quien está convencido de que el futuro pasa por una mecanización de los procesos, una actividad en definitiva más profesional. Y en esa línea ya trabaja.

La plaga del estenógrafo

El barrenador grande del pino es un coleóptero, es decir, un escarabajo de entre 5 y 8 cm de longitud (el tamaño aquí reproducido) llamado estenógrafo por el parecido de los surcos que deja en la madera con los antiguos signos taquigráficos o estenográficos.

Para depositar sus huevos, el Ips sexdentatus taladra los troncos de árboles adultos provocando su debilitamiento y hasta la muerte. Los árboles atacados también sufren por las enfermedades que este les transmite, como el hongo azulado de la madera. Los troncos apilados en la imagen superior han sido invadidos por el insecto, que está devastando los bosques de Las Landas tras el paso del Klaus y que amenaza con contagiar a los de Hegoalde.

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