Madrid

«Vengo desde Brasil a prostituirme»

Las Policías española y brasileña destapan nuevas rutas de la prostitución desde América a Madrid. ABC habla con varias meretrices que han conseguido sortear los controles hasta llegar a nuestro país

ABC, MAHOMED SAIGG / MADRID, 26-07-2011

Todos los caminos (de la prostitución) llegan a España. Nuestro país, junto con Portugal e Italia, sigue en la cima de los destinos de las mujeres brasileñas que deciden viajar a Europa para vender su cuerpo. El objetivo es el mismo, sí; pero lo que está cambiando es la ruta que siguen no sólo estas chicas, sino también travestis y transexuales que mantienen el cada vez más nutrido mercado del sexo español. Las investigaciones de la Policía Federal de Brasil y de la Policía Nacional de España han destapado estos periplos.

Con la vigilancia reforzada en los dos principales aeropuertos de Brasil —en Río de Janeiro y Sao Paulo—, las llegadas a Madrid se producen cada vez más desde otras regiones brasileñas. «Se han detectado nuevas rutas que parten del noreste de Brasil y de otros países latinos más cercanos. Son ciudades que cuentan con vuelos diarios hacia el viejo continente, como Salvador de Bahía, por ejemplo», explica la jefa de la División de Derechos Humanos de la Policía Federal brasileña, Paula Dora Aostri Morales. «En muchos casos, estas mujeres y hombres cruzan por tierra la frontera de Brasil y llegan a la Guayana Francesa o a Surinam. Desde allí vuelan con destino a la Península Ibérica. De este modo consiguen zafarse de la vigilancia policial, mucho más rigurosa que la de las autoridades del país carioca», añade Morales.
«En edad fértil»

«Nos falta empleo y no queremos regresar a Brasil. Por eso decidimos dedicarnos a la prostitución, es el único camino que nos ha permitido sobrevivir aquí», asegura Gabriela (nombre ficticio), acompañada de su amiga Marina, quien también prefiere ocultar su identidad real. Con tan sólo 19 años de edad, la primera, rubia, de 1,67 metros de altura y bonitos ojos verdes cuenta que es la segunda vez que viene a Madrid con la intención de dedicarse a este oficio.

«La primera vez —añade— sospecharon que podía venir para ejercer la prostitución, y no me dejaron entrar en el país. Dijeron que yo estaba en edad fértil», cuenta la joven, que había salido desde el Aeropuerto Internacional de Río de Janeiro con destino a Barajas. «Ahora, para evitar eso, viajamos hasta Paramaribo capital de Surinam y allí tomamos un vuelo hasta Madrid», describe. «Sabemos que el mundo de la trata de mujeres está ligado a muchos delitos, pero tendremos cuidado», concluye Marina, con la inocencia típica de quien no tiene ni idea de los riesgos que las calles de Madrid tienen para jóvenes como ella.

La Policía señala que, a menudo, la llegada de inmigrantes que se convierten en trabajadores del sexo también se produce a través de otros destinos europeos como Lisboa. El Acuerdo de Schengen facilita estos movimientos, ya que permite la libre circulación de personas entre países de la UE y favorece este tipo de prácticas, según la Policía de Brasil.
Desde Zúrich a Madrid

Y fue justo por eso que Adriana, otra joven brasileña de 24 años, prefiere eligir una ruta más larga para llegar a Madrid. «Pero más segura», apostilla. Avergonzada, esta joven confirma a ABC en una entrevista en el aeropuerto de Zúrich (Suiza) que acaba de llegar a Europa tras haber dejado su país para trabajar como prostituta en la capital española: «Vivía en el estado de Tocantins con mis padres, en la región norte de Brasil, pero quería disfrutar de una vida mejor. Una amiga me invitó a compartir piso en Río de Janeiro, pero, como no tengo ninguna formación profesional, no encontraba un buen empleo. Por eso decidí aceptar una propuesta para venir a Europa a fin de prostituirme».

Los gastos corren a cargo de un hombre «acostumbrado a traer chicas brasileñas a España». «Me dijo que yo podría pagar la deuda con lo que ganara trabajando. Sólo espero no tardar mucho en conseguir todo el dinero, pues tengo miedo de meterme en una gran lío», comenta la joven carioca.
El pago de la deuda

«Yo no tengo experiencia en este tipo de trabajo. Pero sí sé muy bien que esa gente puede ser muy peligrosa si uno no les paga lo que les debe. Por eso tengo esperanza de poder pagarlo lo más pronto posible para quedarme libre y empezar una nueva vida», dice la chica, mientras espera «a una compañera de trabajo».

Y añade: «Como no la conozco, yo le envié un correo electrónico al hombre que me compró los billetes enseñándole la ropa con la que vestiría para que pudieran reconocerme. Me exigieron que fuera así, porque dijeron que antes de recogerme tendrían que asegurarse de que nadie de la Policía estaría conmigo».

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