Bilbao. En menos de cuatro horas, el aspecto de la plaza Arriaga daba ayer un giro de 180 grados. Efectivos de la Policía Municipal, con el apoyo de unidades de la Ertzaintza, desalojaban a las 6.30 horas al grupo de indignados concentrados en uno de los laterales del teatro bilbaino. En total, los agentes identificaban a 69 personas, de los cuales, 14 eran de nacionalidad española y 55 inmigrantes – 46 magrebíes y 9 de otras nacionalidades – . “La mayoría de las personas que vivían en las tiendas de campaña poco o nada tenían que ver con el movimiento 15 – M. Por eso, no tenía sentido que continuasen ocupando ese espacio que en un mes se transformará completamente con las txosnas”, relataba el concejal de Seguridad Ciudadana, Tomás del Hierro.

La expulsión se produjo, según el parte policial, “sin problemas” y con la “total colaboración” de las personas acampadas en la plaza. El Ayuntamiento cuenta con respaldo legal para llevar a cabo el desalojo ya que la ordenanza que regula el espacio público “prohíbe acampar en las vías y espacios públicos”. En el operativo tomaron parte una treintena de agentes. La brigada de limpieza del Ayuntamiento de Bilbao intervino en la zona en la que retiraron cerca de 18.000 kilos de utensilios y de basura. En este sentido, el movimiento 15 – M criticó las formas en las que se retiraron todos los objetos que se encontraban en la plaza. “Lo han tirado todo, incluso objetos personales y hasta las muletas de una persona que estaba impedida”, criticaron portavoces del movimiento.

En las labores de limpieza participaron 27 personas y se utilizaron 10 camiones para limpiar todo lo que se había acumulado en la plaza. Dentro de los trabajos de acondicionamiento de este céntrico espacio también se borraron las pintadas realizadas en el entorno.

“Tolerantes y respetuosos” A media mañana la tiendas de campaña instaladas en el asfalto cerca de la ría daban paso a los gorros rojos que llevaba un centenar de niños que disfrutaban de las actividades organizadas por BBK, dentro de las colonias de verano. Tras el desalojo, la capital vizcaina recupera un espacio que, durante más de dos meses, ha sido ocupado por los integrantes del movimiento 15 – M y que ha estado “anulado” para el desarrollo de cualquier otra actividad en este espacio de la villa. “Desde el Ayuntamiento hemos sido tolerantes y respetuosos con el movimiento”, destacaba Tomás del Hierro. Hasta tal punto que, según afirmó el concejal, eventos como la fiesta de la escuela pública vasca se ha tenido que celebrar este año en otro lugar para “respetar a los acampados en la plaza Arriaga”.

Por este motivo, el Consistorio bilbaino ha tenido que buscar espacios alternativos para “otros tres eventos que otros años se había llevado a cabo en la plaza Arriaga”, recordó del Hierro.

Desde hace semanas y, según explicaron fuentes municipales, los problemas en torno a este céntrico espacio bilbaino habían aumentado de manera considerable, la razón principal que ha llevado al Ayuntamiento a tomar la decisión de expulsar a los acampados en la plaza. El mensaje y la reivindicaciones con las que los integrantes del 15 – M vizcaino iniciaron hace dos meses las movilizaciones – más democracia, participación, más justicia social y derechos sociales, económicos y culturales – ningún sentido tenían para la mayoría de los acampados ayer en la plaza Arriaga. “Muchas personas sin techo se estaban aprovechando de la situación para vivir en la plaza Arriaga”, comentó Del Hierro. La detención el sábado de un joven de 26 años en la acampada de los indignados en Bilbao por robar presuntamente una caja registradora y material informativo en un comercio del Casco Viejo fue “la gota que colmó el vaso” antes de proceder al desalojo. “El joven vivía en una de las tiendas de campaña”, relató el concejal de Seguridad Ciudadana. Los agentes localizaron al ladrón con la colaboración de las personas que estaban acampadas. Pero este no ha sido el único suceso. Al robo del fin de semana hay que sumarle tres peleas – en la misma plaza – en la que tuvo que intervenir la Policía Local. Las trifulcas fueron denunciadas por personas que “sí pertenecían al colectivo de indignados”, concluyó Del Hierro.