Mano dura con el 'mercado de la miseria'

El País, FERMÍN ROBLES, 13-07-2011

Son casi las once de la mañana y cerca de la calle de la Primavera, en el barrio de Sant Roc de Badalona, unas 40 personas de origen inmigrante y con pocos recursos comercian desde hace dos años con objetos que rescatan de los contenedores. El lugar se conoce como el mercado de la miseria, porque el material puesto a la venta es de un valor ínfimo y los vendedores apenas se embolsarán unos euros en las transacciones. En un mismo puesto puede encontrarse desde ropa y zapatos de segunda mano a gafas graduadas, un viejo despertador, un muñeco Madelman sin su atuendo y una edición en VHS de Lo que el viento se llevó. Pasan unos minutos y un fuerte y numeroso dispositivo policial de 60 agentes rodea la zona: en un instante los curiosos se dispersan y los vendedores huyen dejando atrás sus pertenencias. En total, una tonelada de basura, según datos del Ayuntamiento, en lo que es el tercer dispositivo en tres semanas contra este mercadillo desde que en el Consistorio gobierna Xavier García Albiol, (PP).

Algunos de los vendedores ocasionales llegan cada martes a Sant Roc en el tranvía procedentes de la plaza de las Glòries de Barcelona, cargados con voluminosos fardos y atraídos por la afluencia de clientes que se concentran cada semana en el mercado de Sant Adrià de Besòs, que cuenta con cerca de 1.000 puestos con licencia y está a muy pocos metros.

Ahmed y Abdul, marroquíes, son dos de esos vendedores. Al ver a la policía escurren el bulto y disimulan haciendo cola en una churrería cercana hasta que pasa el peligro. Visten camiseta y pantalón corto, y sin los fardos pasan por vecinos del barrio. “Hemos tirado lo que llevábamos. Una multa nos puede costar más que lo que traíamos”, reconocen. “¿Qué podemos hacer? Es peor robar, como hacen otros. Lo que vendemos no es robado, lo encontramos por ahí”, se justifican antes de perderse entre la multitud.

Pese a rondar los 70 años, también consigue escapar un barbudo compatriota suyo con su carro desvencijado. En su huida, ha abandonado una docena de zapatos usados.

4Poco antes de la intervención policial, otro vendedor, un hombre argelino, intenta colocar un joyero de madera. Solo pide tres euros, pero ni por esas. A pesar de que intuye que la llegada de la policía es inminente, no se mueve del lugar porque sabe que hasta ahora no han multado a nadie. “A las once están aquí, verás”. En el mercadillo, se concentran vendedores chinos, paquistaníes y nigerianos, entre otras nacionalidades, que llegan con lo puesto y unos pocos cachivaches cada uno – abunda la ropa usada y los zapatos viejos – además de un par de gitanas que intentan vender un lote de camisas a las que no consiguen dar salida. La mayoría no logra encontrar comprador.

Los comerciantes con licencia del cercano mercado de Sant Adrià no ven con malos ojos la presencia policial. “Esos vendedores no son una competencia real para nosotros, y no nos importa que se ganen la vida, pero generan mucho desorden. Si quieres descargar o sacar el coche te ves negra, porque bloquean la salida”, cuenta Nieves, que lleva 30 años vendiendo en la ciudad. Paco comercia con tejanos y paga 400 euros cada semestre por su tenderete: “algunos puestos ilegales entorpecen el paso de clientes y dan mal nombre a los demás comerciantes”, opina este vendedor legal.

Por el momento, los agentes de los Mossos d’Esquadra, la Guardia Urbana y el Cuerpo Nacional de Policía que intervienen en los operativos no han realizado detenciones. Se limitan a identificar a los vendedores, a comprobar si tienen antecedentes y documentación, y a confiscar el material con el que comercian, que, indefectiblemente, acaba siempre en el vertedero.

La acción policial contra estos vendedores ilegales no es nueva. De hecho, el anterior gobierno municipal de Badalona (PSC, CiU y ERC), en colaboración con el Ayuntamiento de Sant Adrià, puso en marcha repetidamente dispositivos policiales para actuar en esta zona limítrofe. Pero estas acciones no consiguieron erradicar la venta irregular.

Para el nuevo gobierno del PP en Badalona, actuar sobre este caso es primordial. De hecho, el actual alcalde, Xavier Garcia Albiol, ya anunció durante la campaña electoral que aplicaría presión policial sobre los inmigrantes que cometieran actos incívicos o delictivos “para hacerles la vida imposible” y que tuvieran así que abandonar la ciudad. Su fórmula para acabar con el mercadillo de la miseria de Sant Roc es intensificar la vigilancia policial. En estas dos semanas anteriores, los camiones de limpieza han retirado cuatro toneladas de materiales diversos puestos a la venta. Las repetidas actuaciones policiales, además, han ahuyentado por ahora a muchos vendedores y clientes de este mercado tan especial.

En este sentido, el concejal de Seguridad, Convivencia y Participación, Miguel Jurado, anuncia que el operativo se mantendrá, porque el mercadillo ocasiona problemas de seguridad e higiene en la zona. En esta tarea, cuenta con la colaboración del Ayuntamiento de Sant Adrià. José Luis Martínez, concejal de Servicios Municipales en el municipio, cree que habría que mantener el dispositivo entre tres y seis meses para conseguir resultados. Desde la oposición en Badalona, sin embargo, lanzan una advertencia. Ferran Falcó (CiU) – antiguo responsable de Seguridad – asegura que estas acciones – en las que se han empleado 12 camiones de limpieza en tres semanas y abundantes recursos públicos – tienen “un coste elevado y no darán resultados por sí solas a largo plazo”.

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