Melilla está viviendo un complicado inicio del verano en materia de inmigración debido al incremento de entradas de las últimas semanas. En menos de 10 días se han producido cuatro llegadas, que se traducen en 47 personas más atendidas en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (Ceti) de la ciudad autónoma, donde el Gobierno da alojamiento, comida y asistencia de todo tipo a los sin papeles que traspasan la frontera.

El Ceti tiene una capacidad para 480 personas, pero en la actualidad está ocupado por cerca de 700, lo que ha obligado a la Delegación del Gobierno a pedir literas prestadas al Ejército y asumir otras medidas, como acelerar la expulsión de inmigrantes a sus países de origen y reforzar la seguridad en el centro para frenar los posibles conflictos que pudiera provocar la «absoluta saturación» de estos días.

El delegado del Gobierno, Antonio María Claret, reconoció abiertamente que, pese a que todos los veranos se produce un repunte migratorio, este año existe un problema por la mayor presión que está soportando Melilla. La afluencia de pateras es constante, ya sean embarcaciones neumáticas a motor o barcas de juguete, un método que los inmigrantes empezaron a usar el año pasado y que este verano está siendo un auténtico bote salvavidas para los subsaharianos que intentan llegar a Europa sin salir de África.

Sin embargo, estas pateras modernas y asequibles han entrañado más de una situación de riesgo este verano, llegando a ser necesaria la intervención del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil por riesgo de hundimiento. No en vano, en más de una ocasión han embarcado más de 10 personas en estas pequeñas barcas de juguete en las que, en teoría, sólo caben varios niños pequeños.

Claret explicó ayer que la Delegación del Gobierno está haciendo «los esfuerzos necesarios» para que Interior incremente «lo máximo posible la salida de inmigrantes» hacia la Península y de ahí, a sus países de origen. La semana pasada fueron repatriados unos 50, y estos días se espera el mismo número para, paulatinamente, ir reduciendo la ocupación del Ceti hasta dejarla «como máximo» en 550.