«El rubio platino y las canas cotizan muy alto»

Angélica Moreira Vendiendo pelo natural cerca del camino a Meagas

Diario Vasco, Begoña del Teso, 05-07-2011

Es brasileña. De Goiania, no lejos de Brasilia. Una tierra que en sus tiempos fue aurífera y ahora, poderosa en su ganadería, su agricultura, su economía, su tráfico infernal y su música sertaneja, que algunos definen como el ‘contry brasileño’. Pasó muchos años en Asturias antes de llegarse a Gipuzkoa, asentarse en Zarautz y hacer negocios con las peluquerías de Donostia. Domina el arte no sólo de la compra venta de pelo natural sino de cómo colocarlo, cómo cuidarlo, cómo hidratarlo. Y domina, naturalmente, su cotización en el mercado.
– Confiésalo, cuando apareciste por aquí y viste cómo llevábamos el pelo las mujeres el corazón te dio un vuelco.
– Te lo digo ahora porque habéis cambiabo mucho. A mejor, claro. Habéis aceptado, o acaso recuperado, lo que las mujeres de otras razas, otros lugares y otras cultural han, hemos, sabido desde siempre y nunca hemos olvidado, como han hecho las europeas: el pelo es adorno, un plus de belleza. Una melena hermosa te hace más deseable y tu juego de seducción puede ser más intenso. Cuando vine aquí y os vi con esos pelos tan cortos me parecisteis…
– ¿Chicazos?
– Lo has dicho tú, no yo.
– Sí, lo escribo yo, tranquila.
– Para mí el choque fue muy fuerte porque toda mujer latina desea tener mucho pelo. Una cabellera abundante y fuerte. Pero las europeas…
– Lo olvidamos, sí. Ya sabes lo que cuentan: cuando las mujeres norteamericanas empezaron a trabajar en las fábricas por que los hombres estaban en la guerra…
– No, no creo que me sé esa historia. Lo que sí sé es que también para la mujer árabe el cabello forma parte de su sensualidad.
– Yo te acabo la historia: aquellas chicas, peinadas a lo Veronica Lake, tuvieron que cortarse el cabello porque se les enredaba la melena en las máquinas.
– Llorarían cuando se lo cortaron.
– ¿Sí?¿Crees que lloraron?
– Seguro. Piensa por ejemplo que durante mucho tiempo, los vencedores de una guerra rapaban el pelo a las mujeres vencidas.
– En cruel venganza. ¿Llorarán ahora quienes venden su cabello?
– Habrá algunas que sí.
– En los cuentos siempre hay una madre que vende su melena para que sus hijos no pasen hambre.
– Cierto pero ahora tiene poco de cuento y mucho de negocio. Importación y exportación. Con sus mayoristas, sus vendedores independientes y compradores que se acercan a los lugares de… ¿producción?
– ¿Lo llamarías así?¿‘Producción’?
– Casi. Hay empresas cuyo stock es de más de 90 toneladas de cabello natural. El pelo negro brasileño rizado se cotiza muchísimo. El rubio del Este es deseado por todos los países. El platino, ni te cuento. En internet, en los foros, hay gente que ofrece el pelo de sus hijas ( ‘natural, negro, abundante’). Otros lo piden: ‘compro cabello de 40 cm en adelante, ondulado o lacio, castaño o claro’. La trenza de primer corte, fuerte, sin teñir alcanza buen precio… Claro que ha influido la crisis. La gente vende su pelo. Pero también es cierto que comercializar se comercializan hasta los cabellos de las mujeres indias que se lo cortan como ofrenda a la entrada de los templos. Yo estoy buscando el punto más interesante de India para ir allá y traerme un stock importante. No quiero intermediarios. Ni buenos ni malos. Necesito tocarlo, sentir su peso, su textura. Necesito ver cómo reacciona al lavado. Teñirlo, hidratarlo. Saber qué tengo y qué vendo.
– El rubio moldavo, el negro latino pero siempre se ha hablado, con admiración, del pelo de las chinas.
– Yo prefiero el japonés. Más fuerte, más sano.
– ¿Se compra a peso o por centímetros?
– Por largura, sí. Pero también por gramos. O por mechas.
– ¿Caro?
– Depende de la cantidad y la calidad. Puede variar entre 50 euros y 150, 170.
– Entiendo la pasión por un rubio de pálida belleza centroeuropea. O por el azabache latino pero, ¿de verdad que interesan las canas?
– Mucho, muchísimo. Y no sólo a las peluqueras de teatro o cine. Piensa que no hablamos únicamente de largas y caras extensiones; el cabello natural se usa en flequillos, en mechas, en adornos. Un blanco bonito, cuidado, con tonos azulados es pelo que se desea y tiene su precio.
– Repíteme eso de que no se trata sólo de las extensiones.
– Puede ser también esa trenza que te colocas para una fiesta, una boda. O varias mechas que prendes con pequeños pasadores. Se pueden pegar hasta con cellos especiales, invisibles. O con hilos de seda. Y se cuidan como lo que son: pelo natural. Con aceites, aloe vera, keratina.
– ¿Y quién me lo pone?
– Es caro y hermoso: no te fíes. Que te lo pongan siempre los mejores profesionales. Encuéntralos. Pero no creas: son pocos y se cotizan alto.

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