Según la Policía, en 2010, por ejemplo, el 22% de los procesados en Copenhague procedía de la Europa del Este. El 10% eran rumanos, pese a que sólo constituyen el 0,16% de la población. En algunas zonas del país, el 70% de los robos en casas son perpetrados por ladrones del antiguo bloque comunista.

La mayoría de quienes cometen estos delitos no vive en Dinamarca. Aprovechándose de la libre circulación, entran como turistas, permanecen durante breves periodos de tiempo y se marchan una vez cumplidos sus objetivos. Se conocen hasta casos de autobuses fletados desde Rumanía con pasajes exclusivamente compuestos por carteristas, timadores y pedigüeños.

El tráfico de mujeres, que en los últimos años ha devuelto la erradicada prostitución callejera a las noches de la capital, es igualmente manejado en gran medida por redes de proxenetas africanos o del Este de Europa.

El temor a que los conflictos en Libia, Túnez o Egipto provoquen una llegada masiva de refugiados a Europa que afecte a Dinamarca inquieta también sobremanera al Partido Popular Danés, una formación que no se caracteriza precisamente por su amor a la cultura islámica.

Según informes oficiales, en 2008, el 19% de los reclusos en las cárceles danesas eran musulmanes, porcentaje que superaba el 60% en los centros de internamiento de menores. Unas cifras chocantes si se tiene en cuenta que el porcentaje de musulmanes residentes en Dinamarca gira en torno al 4%.

Los índices de delincuencia en Dinamarca explican la tenacidad con que el antiinmigración DF, el Partido Popular Danés, ha perseguido el reforzamiento de los controles fronterizos.