JUAN ANTONIO DE LA MORENA / ÚNICO ALCALDE NEGRO DE ESPAÑA

Un Obama en medio de la era

El Mundo, PEDRO SIMÓN, 10-05-2011

Antes de que Juan Antonio fuera llevado al pueblo en los años 70, en Villamantilla jamás habían visto una persona negra en carne y hueso, y menos en forma de crío.

Sí habían disfrutado del juego de piernas de Pepe Legrá. Sí habían visto al pianista de Casablanca. Sí habían escuchado a un tal Machín. (Todo sea dicho de los tres: no en color, sino en blanco y negro). Pero nunca habían avistado un zagal así.

Con lo que fue un acontecimiento lo del chico negro de tres años correteando entre el ganado y saltando por las calles. Si no sonó el «americanos, os recibimos con alegría», fue porque el crío venía de África.

El día en que lo vieron pastoreando cabras en pantalones cortos y calcetines blancos, en los corrillos de la plaza se montó un belén de lo más hospitalario y aquello era película de Cuerda.

De eso hace ya casi 40 años, los que tiene el único alcalde negro que hay en España. Su madre era guineana y se llamaba Milagros. Su padre era de Villamantilla y se llamaba Benigno. Si añadimos que nuestro personaje se apellida De la Morena, vaya, casi podemos hasta cerrar este artículo.

«Mi padre se fue del pueblo con 25 años a la aventura y acabó en Guinea Ecuatorial. Trabajó en el cacao y en la madera. Conoció a mi madre, que era de la etnia bubi. Se casaron, nací yo en Malabo y en 1973 regresamos al pueblo con mis hermanos… Aquí no habían visto un negro en toda la vida», sonríe Juan Antonio. «De vuelta a Villamantilla, mi padre se puso a trabajar en el campo y luego de cartero. Si traíamos malas notas, el castigo era ir con él a sacar las cabras…» «Y, bueno», concede con cierto orgullo, «creo que he sido el primer y único pastor negro de este pueblo…».

Más que varas para domeñar al ganado, lo que hay en esta casa son varas de mando para guiar a los villamantillenses. Su abuelo fue alcalde con Franco. Su tío Tomasín fue el primer alcalde de la democracia por la UCD. Su padre acabó de teniente alcalde con Alianza Popular. Y él que echó los dientes viendo que alrededor de la mesa todos hacían cosas por el pueblo metió todas las canicas en una urna, se puso a jugar al guá y logró la tercera carambola generacional. Es alcalde por el PP desde 2007.

EEUU tuvo su Barack Obama y Villamantilla tuvo su Juan Antonio de la Morena. De 652 habitantes al principio de la legislatura se ha pasado a 1.150. En vez del Pentágono, está la casica consistorial. No tenemos un Bin Laden, vive Dios, pero tienen unas bodegas donde da gusto esconderse… Yes, we can. O «llesgüicam», que diría el Hilario.

«Cuando, a los 14 años, fui a un instituto de Móstoles y conocí a un chico de mi raza, aluciné: era la primera vez que veía a una persona negra que no era de mi familia», recuerda. «En el instituto me llamaban morenín, pero no me importaba; si jugábamos al fútbol y hacía falta, a lo mejor me soltaban: ‘Tú, negro’. Tampoco me importaba, porque no lo veía ofensivo… Yo creo que, más que racistas, somos clasistas… Para mí ha sido una suerte ser negro. Porque pasa el tiempo, todos cambiamos y se acuerdan de ti por ese detalle. Coño: eras el negro».

Abogado de profesión, con un sueldo de 1.500 euros como alcalde («la mitad que en cualquier pueblo de la zona»), separado y con una niña, el único episodio racista que vivió Juan Antonio tuvo lugar precisamente fuera de España.

«Tenía 22 años. Aquello pasó en el viaje de fin de carrera. Estaba con mi promoción de Derecho de la Complutense en la República Dominicana y un día salimos a la playa. Al regresar al hotel, los militares armados de la puerta no me dejaban pasar con el resto de compañeros. Dejaron entrar a todos y a mí no. Me decían: ‘Tú eres negro, no pasas…’. Yo les contestaba que era español, que iba con ellos. Y los militares me insistían: ‘¿Cómo vas a ser español si eres negro?’. Fueron a preguntar al hotel y todo… Tiene gracia que haya tenido que ir a un país de mayoría negra o mulata para sentir en mis carnes el desprecio que puede provocar el color de la piel».

Te lo dice todo sin pronunciar bien la letra erre y aclara que ello es por un defecto en el habla y no por su lugar de origen, adonde él no ha vuelto a ir y de donde su difunta madre regresaba deprimida cada vez que iba.

Era inevitable que le sacásemos la inmigración y que el se mostrase entre popular y popular: «Es imposible asumir a la gente que llega de todos los países. Si no controlas los flujos migratorios, al que perjudicas es al propio inmigrante». «Soy antirredadas, porque si no estaría diciendo que no me importaría que me detuvieran por mi aspecto… Ahora bien, la Policía funciona con estereotipos, y el ilegal sólo puede ser negro, magrebí o latinoamericano».

Junto a la vara de mando de la Alcaldía hay una vara africana adornada con un amuleto étnico guineano. Damos con ella en el suelo y nos sale un toc-toc nada mágico.

-Que Obama gane y que yo sea el alcalde de Villamantilla tiene que ver con los muros que caen.

La vara se la envió su madre a través de una médium y da suerte. Qué cosas tiene el poder en este pueblo.

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