La ultraderecha húngara se ensaña con los gitanos

Milicias radicales siembran el pánico entre los miembros de esa comunidad con la complicidad de las autoridades y la Policía

El Correo, PACO SOTO, 28-04-2011

«Estamos asustados porque los extremistas nos agreden y nos insultan. Han organizado manifestaciones contra nosotros y exigen que se nos expulse de los pueblos donde vivimos. Nuestra vida en Hungría siempre ha sido dura, pero ha empeorado notablemente en los últimos meses». Quien así se expresa es un joven gitano que se hace llamar Viktor, porque por razones de seguridad prefiere ocultar su verdadero nombre.
Viktor acaba de cumplir veinte años y vive en Gyongyospata, un pueblo de unos 2.400 habitantes situado en el norte húngaro donde residen más de cuatrocientos gitanos. Las tensiones entre las dos comunidades son constantes, pero, según explica «han empeorado desde que Jobbik el partido de extrema derecha y tercera fuerza parlamentaria tras las pasadas legislativas sabe que tiene el apoyo de una parte importante del país».
Un ejemplo del peligroso ambiente que envuelve a esa localidad fue el enfrentamiento que tuvo lugar la noche del martes, con el resultado de cuatro personas heridas, entre un grupo de gitanos y ultraderechistas vinculados a Jobbik. Fue el desenlace previsto tras las marchas intimidatorias que los radicales llevan a cabo desde hace días. Tres de los heridos pertenecen a los grupos extremistas, entre ellos el que sufrió las lesiones más graves, que le mantienen hospitalizado, mientras que el cuarto es gitano.
Jobbik (Movimiento para una Hungría Mejor) está liderado por Gábor Vona, un ultraantisemita que recoge el legado ideológico de los fascistas y nazis húngaros y ha convertido el rechazo a los gitanos en un objetivo político. Militantes y simpatizantes uniformados de este partido se han desplegado por diversos pueblos del norte para exigir que los gitanos abandonen sus lugares de residencia, sin que la Policía y las autoridades hayan puesto mucho empeño en impedirlo.
János Farkas, el patriarca de la comunidad gitana en Gyongyospata, declaró que «estamos asustados. No puedo olvidar a esos hombres uniformados y con botas negras que desfilan por nuestro barrio entonando cantos militares».
La mayoría de estos energúmenos racistas son antiguos miembros de Magyar Garda (Guardia Húngara), un grupo paramilitar ilegal que se inspira de la estética y la ideología de Cruz Flechada, el partido fascista húngaro que se fundó durante la Alemania de Hitler. Magyar Garda ya no existe oficialmente pero sus miembros suelen actuar como fuerza de choque de la extrema derecha parlamentaria.
En Gyongyospata los extremistas racistas se denominan Szebb Jovoért Polgáror Egyesulet (Asociación de Patrullas Civiles para un Mejor Porvenir). Existen otros grupúsculos como el Ejército Nacional de los Centinelas y el Ejército de los Bandidos que siembran el miedo entre los gitanos. Según un medio de comunicación, alcaldes del norte de Hungría han llamado a estas milicias para que controlaran la seguridad en sus calles y mantuvieran a raya a los acosados.
Defenderse de los robos
Los ultras justifican su actuación diciendo que «la población tiene que defenderse de los robos que cometen los gitanos». Farkas asegura que los radicales «nos hacen la vida imposible, nos insultan y nos humillan, y en las escuelas los maestros asustan a los niños. El Estado no hace nada y la policía local contemporiza con nuestros agresores». «Nos han llegado decir que nos largáramos de Hungría, porque de lo contrario nos iban a matar», se lamenta Viktor.
Vona estuvo en Gyongyospata y se entrevistó con las autoridades locales, que le dieron las gracias por la labor de ‘seguridad’ llevada a cabo por sus milicias. En otros pueblos de la región ocurren situaciones parecidas y, según cuenta Viktor, algunos gitanos han decidido irse a lugares más seguros. Ante esta escandalosa situación, el Gobierno de centroderecha de Viktor Orban ha sustituido en algunas poblaciones a los policías locales por agentes trasladados desde Budapest y la ciudad de Miskolc.
Pero Jobbik no piensa bajar la guardia y recientemente organizó una manifestación en el pueblo de Hejoszalonta para protestar contra «un crimen gitano». Una parte de la elite local encabezada por el director de la escuela pública y una maestra se manifestó con los ultras, mientras que el alcalde, Jozsef Anderko, se solidarizó con los gitanos, junto con militantes pro derechos humanos.

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