Matrimonios forzados

La Vanguardia, , 26-04-2011

MARYAM, una joven pakistaní residente en Catalunya, relataba el domingo a este diario su amarga experiencia como víctima de un matrimonio forzado. Dicha experiencia incluye un amor contrariado, una boda indeseada, palizas, privaciones de libertad, amenazas de muerte, un atentado y un rosario de agresiones que dibujan un complejo caso de violencia doméstica. No se trata de un caso más de maltrato, con un agresor y una agredida, sino de otro en el que la víctima es atacada por varios sujetos que operan en el ámbito familiar, escudándose en anacrónicas tradiciones.

El caso de Maryam es corriente en países del Magreb, del Áfricasubsahariana o de Asia, donde pervive el hábito de los matrimonios concertados, en los que el perfil del novio no lo elige la novia – o el de la novia, el novio-sino sus respectivos familiares, atendiendo a diversos intereses, no precisamente sentimentales. Estos fenómenos tienen ahora su reflejo en España, sobre todo entre los colectivos inmigrantes que han hallado trabajo y acomodo en nuestro país, y creen posible compatibilizar sus tradiciones más lesivas para la libertad con el régimen político y social de una democracia. No se trata de episodios aislados. Las fuerzas policiales calculan que en los últimos años se pueden haber producido, solo en Catalunya, unos trescientos matrimonios forzados. Quince muchachas de entre diezy 21 años, la mitad de ellas menores de edad, fueron libradas en 2010 por los Mossos d´Esquadra de una de estas bodas, que no deseaban, pero a la que sus progenitores las obligaban. Hablamos de muchachas a menudo nacidas aquí, que se han escolarizado entre nosotros, que hablan en catalán o en castellano, que han crecido y han sido educadas de acuerdo con nuestros valores y nuestras libertades, y que súbitamente se ven forzadas por sus familiares a regresar a un mundo pasado que ya no sienten como propio.

Los recursos de los que disponen las fuerzas del orden para evitar estas tropelías son limitados. El marco penal español no contempla los matrimonios forzados. Por ello, la policía tan sólo puede intervenir cuando median amenazas, lesiones, retenciones injustificadas… La convivencia entre culturas distintas en un mismo territorio siempre ocasiona fricciones. Es conveniente salvarlas con tacto, recurriendo al trabajo de educación y sensibilización, que requiere tiempo y paciencia. Pero a la vez conviene actuar sin vacilaciones, en el terreno policial y en el legislativo, para impedir atentados a la libertad personal como los que comportan los matrimonios forzados.

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