En Francia, la presidenta del Frente Nacional, Marine Le Pen, denunció las “gesticulaciones electoralistas del fin de semana” y consideró que el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y su Gobierno “han perdido definitivamente toda credibilidad en la gestión de la inmigración”.

Le Pen, que a mediados de marzo realizó una visita relámpago a la isla italiana de Lampedusa, adonde han llegado la gran mayoría de los inmigrantes tunecinos, recordó que había “avisado desde hace semanas (…) de las consecuencias migratorias de las revoluciones árabes”. “Y el Gobierno no ha hecho nada”, recalcó Le Pen.

Para la líder ultraderechista del Frente Nacional, “solo una salida de Francia del espacio Schengen permitirá al país controlar sus fronteras”.

“La decisión tomada este domingo es totalmente arbitraria”, aseguró el senador del Partido Socialista David Assouline. “Estos tunecinos disponían de un documento oficial que les permite desplazarse por el espacio Schengen”, concluyó Assouline.

En el bando conservador, la eurodiputada y exministra de Justicia, Rachida Dati, contraatacó acusando al Gobierno italiano de no respetar el espíritu de los acuerdos de Schengen con la creación de esos permisos de estancia temporales a los inmigrantes.

“El tema no es la tragedia humana sino el hecho de que se esté favoreciendo a las bandas criminales, a las mafias y a los contrabandistas”, advirtió Rachida Dati.

“Esto va en contra del Convenio de Schengen y el espíritu que ha seguido hasta ahora la política de inmigración europea”, dijo la exministra a la agencia France Presse durante un viaje a Madrid.