«Mi casera se aprovecha de los inmigrantes sin papeles»

El Correo, S. ECHEAZARRA, 01-04-2011

A veces, la crisis puede convertirse en sinónimo de oportunidad, pese a que algunas personas la aprovechen para beneficiarse a costa del prójimo. Es el caso que denuncia un georgiano residente en una vivienda alquilada en la capital alavesa. Su casera, que le cortó la luz hace poco, le ofreció hace meses trabajar reformando casas en el Casco Viejo, pero «de forma ilegal», aclara Severiane Chedia.

Su arrendadora es dueña de muchos pisos en Vitoria, aunque «la mayoría no son aptos para vivir. En principio, promete a los interesados un contrato de alquiler para solicitar las ayudas básicas, así que el inquilino paga la fianza. Al final, resulta que la casa está en muy malas condiciones y como no les paga por las reformas que les encarga, les acaba echando a la calle y busca a nuevos inquilinos para engañarles». Esta propietaria no es la única que se lucra de este «nuevo negocio de las habitaciones» que, según este extranjero, prolifera actualmente en Vitoria. «También lo hacen los inmigrantes que meten a la gente en los conocidos ‘pisos patera’ para conseguir más dinero».

Severiane, que se encuentra en el paro, vive en la calle Coronación y desde hace unos meses se niega a pagar el alquiler a su casera. «Tengo otros dos compañeros con el mismo problema que abonan 300 euros al mes, y amenazó con echarnos y llamar a la policía, pero no se atreve, porque sabe que ha actuado de forma ilegal». Además de cortarles la luz, «me ha dado de baja del padrón, así que no puedo cobrar ayudas sociales, pero no me importa, porque espero encontrar trabajo pronto y saldré adelante».

A juicio de este georgiano, que tuvo que marcharse de su país hace una década por culpa de la guerra y la crisis económica, las instituciones deberían controlar más estas malas prácticas. «Conozco a personas que perciben ayudas sociales y encima trabajan, y no es justo». Al final, «aquellos que realmente las necesitan no las pueden cobrar», se queja. A sus 38 años, Severiane ha trabajado en empleos de toda clase, desde las artes gráficas a la logística. «También he sido albañil y taquillero en unas instalaciones deportivas de Estella». Anteriormente, cursó estudios de Historia en su país natal durante la etapa soviética. En la capital alavesa, se ha esforzado en completar su formación realizando cursos en el Centro de Tecnologías de la Información y la Comunicación (Cetic).

Sin luz ni agua caliente

Pese a no tener agua ni comida caliente en su piso, este georgiano afronta el día a día como puede. «Tengo amigos que me invitan a comer. Trato de pasar el día en la calle, y sólo vengo a casa para dormir». En su habitación, guarda sus escasas pertenencias. Un pequeño televisor, el portátil y un libro de oraciones que repasa bajo la tenue luz primaveral de la ventana, una de las pocas esperanzas que le quedan a este católico ortodoxo.

«Acudo a la iglesia del barrio de vez en cuando. Hay muy buena gente en esta ciudad tan bonita, pero también malas personas que sólo piensan en el dinero. ¿Es que a nadie le preocupan los seres humanos?».

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