Una reciente encuesta internacional demuestra que los ciudadanos sobrestiman significativamente el porcentaje de inmigrantes en su país. Y no sólo en España, la mayor diferencia entre la percepción y la realidad se observa en Estados Unidos, Francia, Italia y Reino Unido. A la pregunta de qué porcentaje de la población ha nacido en otro país, en Estados Unidos la media lo situaba en un 39,4%, cuando sólo habían nacido fuera un 13,7%. En el Reino Unido los porcentajes eran del 29,4% y el 10,8%, y en Francia, del 24% y del 8,4%, respectivamente. En España, se piensa que hay un 21,4% de población inmigrante, cuando es el 12,2% (a 1 de enero del 2010). Cuando se conoce la cifra real de inmigrantes y se pregunta si se cree que “hay demasiados”, el porcentaje de respuestas afirmativas se reduce en relación con la misma cuestión sin conocer la estadística. En España, un 41% de los habitantes considera excesivo el número de inmigrantes y un 37% cuando conocen la cifra real. Los datos son del estudio Transatlantic Trends Immigration sobre seis países europeos, Estados Unidos y Canadá y fue realizada en el 2010 por la German Marshall Fund, en colaboración con la Fundación BBVA.

Una pregunta similar se hizo en la reciente encuesta del Centre d´Estudis d´Opinió (CEO) de la Generalitat. Los catalanes creen que hay un 39,1% de personas nacidas fuera de Catalunya, cuando los últimos datos dan una cifra del 15,9%. Si se compara con la otra encuesta cabría concluir que los catalanes son los que tiene la percepción más alejada de la realidad. Nada de extrañar que un 49,3% consideren excesivo el número de inmigrantes.

En el estudio internacional, España es el país donde un mayor número de personas (67%) piensa que “los inmigrantes se benefician más de los servicios de salud y seguridad social de lo que contribuyen en impuestos” y donde más gente (52%) cree que “los inmigrantes hacen bajar los salarios”. Otra característica es la percepción muy negativa de la inmigración ilegal, a la que se considera culpable del aumento de la delincuencia y de ser una carga para los servicios sociales.

Precisamente SOS Racismo, con apoyo de otras entidades, ha lanzado un manifiesto donde se dice que “atacar y utilizar al débil oal diferente como chivo expiatorio al que señalar como responsable de los riesgos e inseguridades no hace sino alimentar de manera cada vez más indisimulada un discurso del odio” y hace peligrar los derechos sociales.