Sheila del Raval

El País, JUDIT CARRERA, 19-03-2011

Sheila es un travesti que vive y trabaja en el Raval. Nació en Marruecos y a la edad de cuatro años fue abandonado en un orfanato. Muy pronto empezó a ser asediado por su condición sexual y acabó huyendo a Andalucía, donde su primera pareja le introdujo en el mundo de la prostitución. Desde hace años sobrevive en la parte baja del Raval. Sheila es un hombre que se siente mujer, cuya lucha diaria es hallar un techo bajo el cual poder dormir. Suele encontrar momentos de refugio en conocidos bares de la zona, donde comparte alguna tarde con turistas, jóvenes barceloneses, prostitutas, pequeños traficantes de bellotas y contrabandistas de apellido catalán. Este ambiente de equilibro precario y una cierta libertad recuerda las crónicas del mitificado barrio chino de la década de 1920, con el cabaret La Criolla como referente del encuentro entre el glamour y la marginalidad en pleno corazón de la ciudad.

Transcurrido casi un siglo, Sheila es hoy la imagen del último escalafón de la miseria en Barcelona. Víctima del abandono y de la violencia recurrente, vive en la calle, duerme en las playas olímpicas, no la admiten en ninguna pensión y ni siquiera cuenta con las mínimas redes sociales que suelen sostener a muchas prostitutas e inmigrantes. Su fantasía es encontrar clientes jóvenes que le otorguen distinción; su sueño es dejar de ser invisible.

Ciutat Vella es un distrito sometido a un intenso escrutinio público. El barrio del Raval siempre fue objeto de las fantasías y temores de las clases acomodadas, pero hoy los focos están encendidos a todas horas para magnificar y deformar lo que ocurre en él. Son unas nuevas luces de bohemia que iluminan arbitrariamente y se limitan a reproducir estereotipos, por simples intereses económicos o por la pereza de analizar la complejidad de un barrio que, con muchas dificultades, ha resistido a los embates de la globalización. Los puntos negros no son más que el eufemismo de medios de comunicación y algunas Administraciones públicas para señalar como manchas en el paisaje a prostitutas y personas sin techo. Parecería que molesten más los homeless en la plaza de los Àngels que la desigualdad estructural causada por ese sistema maníaco – depresivo que, según Anton Costas, es el capitalismo. Aquí radica el verdadero problema del Raval.

Hace años que diversos estudios alertan del riesgo de una creciente brecha entre el norte y el sur del barrio. La apertura de la Filmoteca de Cataluña y el desarrollo durante los próximos ocho años del Plan de Barrios del Raval Sur (basado en un excelente proyecto redactado por el estudio JBE Arquitectes) deberían contribuir a disminuir esta distancia. Pero, si toda época de crecimiento económico va acompañada de un aumento de la desigualdad, los efectos de la actual crisis podrían causar todavía más estragos en la precaria estructura social del barrio. Hace 20 años que las Naciones Unidas defienden que la esperanza de vida, el nivel educativo y la igualdad sean añadidos a los indicadores de simple crecimiento económico a la hora de valorar el desarrollo humano de una sociedad. El Raval está al límite en todos estos criterios. La Fundació Arrels advierte ahora del incremento en la demanda de sus servicios temporales. A pesar de los casi 100 años transcurridos, la actual sobreocupación de viviendas no es muy distinta de las “casas de dormir” del primer tercio del siglo XX. Esta desigualdad invisible nos recuerda que invertir en el espacio privado sigue siendo tan importante como dedicar recursos a un espacio público hoy intensamente utilizado. Sheila deambula entre ambos con fragilidad.

Hace unas semanas, el programa Sala 33 proyectó el magnético documental de Francesc Betriu, Mónica del Raval (2009), un inteligente retrato de las capas de población más vulnerables del barrio. Mónica y Sheila del Raval son dos caras de la vida más precaria de Barcelona que nos recuerdan, con el filósofo Axel Honneth, que la distribución equitativa de bienes y la dignidad humana deberían constituir el elemento esencial de nuestro concepto de justicia.

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