La situación de Cáritas en Galicia se ajusta como un guante al diagnóstico ofrecido por el informe estatal. Los inmigrantes llegados a la comunidad padecen básicamente las mismas dificultades económicas y sociales, aunque con algún que otro matiz.

«En Galicia se está notando la crisis en el tema del empleo porque muchas inmigrantes trabajan en el servicio doméstico y ahora hay gente que simplemente no puede contratar a nadie, por lo que numerosas empleadas se han quedado en la calle», explica José Anuncio Mouriño, director de la diócesis compostelana de Cáritas.

Los que siguen trabajando tampoco lo están pasando bien: «Es significativo lo que ocurre en la hostelería – prosigue – , con inmigrantes sobreexplotados que cobran 600 euros al mes con jornadas de 10 a 15 horas. Se están aprovechando de ellos».

Mouriño constata el hacinamiento en muchos pisos de Galicia en los que se juntan «varias familias» que comparten gastos. «Todavía no hemos visto por aquí – matiza – el sistema de sábana caliente que funciona ya en Madrid y Barcelona». Esto es, pisos en que se alquilan camas por hora o media hora. Las contratan «inmigrantes sin hogar que pasan 24 horas en la calle y se permiten un rato de descanso por poco dinero. Las sábanas ni se cambian».