Reticencias ante la inmigración

La Vanguardia, , 15-03-2011

CASI la mitad de los catalanes se muestran reacios a alquilar una vivienda a un inmigrante, puesto que un 25,5% trataría de evitarlo, mientras que otro 21% rechazaría a toda costa cerrar un acuerdo de esta naturaleza.

Así lo muestra una reciente encuesta efectuada por el Centre d´Estudis d´Opinió de la Generalitat de Catalunya, que a finales del pasado año y comienzos de este 2011 entrevistó a 1.600 personas para conocer sus actitudes ante la presencia de inmigrantes. Por el contrario, el 48% de los encuestados dice estar dispuesto a establecer esa clase de relación contractual. La encuesta ofrece una radiografía de las ideas, comportamientos y actitudes que los catalanes manifiestan en la actualidad ante el fenómeno de la inmigración, una realidad social, por cierto, característica de una Catalunya que históricamente ha sido un territorio receptor de inmigrantes. Precisamente por ello, el rechazo al extranjero que revelan aquellos datos resulta particularmente negativo.

Frente a esas actitudes reticentes y desconfiadas, por no tacharlas de abiertamente racistas, otros datos revelados por la encuesta revelan una aceptable buena convivencia entre la población local y la foránea, pues una amplia mayoría (81,5%) acepta de buen grado trabajar o estudiar con inmigrantes, también que los hijos inviten a casa a amigos venidos de fuera del país (78,4%) o incluso trabajar a las órdenes de un inmigrante (73,4%).

Aunque estos porcentajes de buena socialización disminuyen cuando se plantean cuestiones como vivir en el mismo bloque en el que también habitan inmigrantes (sólo el 65,9% lo acepta) o residir en un barrio en el que radica mucha inmigración (el 63,4% lo acepta). En otras cuestiones, como el matrimonio de un hijo o una hija con un inmigrante, las respuestas positivas bajan algo más, hasta el 64,4%. Llevar a los hijos a una escuela en la que están escolarizados muchos niños de otros países solamente es aceptado por el 55,2% de la población catalana.

Así, ceder una vivienda en arriendo o compartir la escolarización de los hijos aparece en la encuesta como dos de las situaciones más problemáticas y mal toleradas por la población que por ser catalana, de origen o de arraigado establecimiento, muestra desconfianza y reticencia, cuando no abierto rechazo, a la población inmigrada.

Es evidente, pues, la existencia de prejuicios, cuando no rechazo, en la población catalana ante la actual población inmigrante, como se revela en la percepción de que estas personas reciben mucha (35,9%) o bastante protección (37%) por parte del Estado, mientras que tan sólo un 16,3% de los encuestados considera insuficiente la cobertura gubernamental dirigida a los extranjeros. Pero es que, además, el 40,7% de la población catalana considera que la inmigración es un hecho negativo. mientras que un porcentaje mucho mayor, el 69,5%, piensa que las personas inmigradas reciben del Estado más de lo que aportan.

En el Pla de Ciutadania i Immigració 2005-2008, elaborado por la Generalitat de Catalunya, se resaltaba ya la necesidad de que los inmigrantes “sientan que forman parte de la sociedad catalana”, pues sólo así serán “ciudadanos de pleno derecho”. Vistas las actitudes mostradas, no parece que se esté recorriendo el camino adecuado.

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