La violencia sectaria se cobra la vida de 13 cristianos en Egipto

Musulmanes atacan a un grupo de coptos que protestaban por el incendio de una iglesia

El Mundo, FRANCISCO CARRIÓN, 10-03-2011

El triste tañido de la muerte sacudió ayer la vida sin lujos de los vecinos del barrio de los basureros de El Cairo, de mayoría cristiana copta. Sita en la ladera de la montaña de Muqatan, la mísera existencia de miles de familias consumía sus días entre las toneladas de desechos de la urbe más poblada de África.

Su domicilio de calles sin pavimentar ni alumbrado, compartido con gallinas y cabras, se volvió un infierno la tarde del martes. «Musulmanes terroristas y violentos nos atacaron cuando cientos de jóvenes del barrio protestaban por el incendio de una iglesia», explicó ayer a EL MUNDO Ezzat Naeim, una figura destacada del vecindario porque dirige una asociación que promueve la alfabetización de niños y mujeres y la profesionalización del empleo de los zabalín (basureros, en árabe).

El conflicto que transformó este apacible distrito cairota es el eco remoto de la historia de amor entre una cristiana y un musulmán que acabó con la muerte de dos miembros de la familia musulmana enfrentados entre ellos. A la salida de sus sepelios el pasado viernes, un grupo de islamistas radicales quemó una iglesia copta en la localidad de Atfeeh, al sur de la capital.

Las llamas que devoraron el templo han despertado definitivamente del letargo a los coptos, una minoría que representa el 10% de la población de Egipto, de más de 80 millones de habitantes. El martes, en una nueva jornada de protestas, los vecinos de este barrio bloquearon una autopista cercana. Y los acontecimientos se precipitaron. Según Naeim, alrededor de las 16.00 horas decenas de salafistas una corriente islámica radical asaltaron el área provistos de «armas de fuego y cócteles molotov».

«Extremistas y militantes del Partido Nacional Democrático [del depuesto presidente Hosni Mubarak] dispararon con pistolas y ametralladoras y quemaron algunas casas y locales de reciclaje. Nosotros sólo teníamos piedras y ladrillos», relató este vecino.

Los enfrentamientos, los más graves desde la caída del dictador el pasado 11 de febrero, hirieron a 140 personas y segaron la vida de 13 cristianos, entre ellos la de Shenuda Adly y Mina Hanna, de 14 y 15 años respectivamente. El mayor de los fallecidos sólo tenía 28 años. El Ministerio de Sanidad egipcio hizo público ayer el trágico balance mientras, con las primeras luces del día, el barrio elaboraba un inventario de pérdidas materiales y lloraba a sus mártires. Unos 10 edificios fueron pasto del fuego. Al vecino Anuar Abu Saad le destrozaron el sistema de tratamiento de papel y lavado de plástico, su único medio de vida. Y la tienda de Girgis Fauzi quedó reducida a escombros.

«El ejército llegó muy tarde y no trató de detener a los atacantes sino que se limitó a ver cómo nos disparaban y saqueaban nuestras casas», denunció Naeim. Los uniformados se mantuvieron ayer en la zona, el último escenario de una violencia sectaria de autoría incierta. «No sé realmente lo que está sucediendo. Hay gente que está intentado dividir a los egipcios», señaló a este diario Nathalie Manad, una copta de 28 años que rechaza la posibilidad de que exista una persecución generalizada contra su confesión. «Desde el 25 de enero [inicio de la revolución], estamos más unidos. No hubo cristianos y musulmanes en las revueltas sino el pueblo». Y subrayó: «En estas cuatro últimas semanas, no se había producido ningún incidente. Ni una sola iglesia fue atacada cuando la policía desapareció».

La mano negra del régimen de Mubarak volvió a aparecer ayer por Tahrir, icono de la liberación egipcia. Cientos de hombres armados con cuchillos trataron de acceder a la plaza mientras los manifestantes los rechazaban con palos y piedras. El nuevo Gobierno advirtió de que «se enfrentará con dureza a cualquier tentativa de contrarrevolución».

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