Sueños mezclados con olor a sal

El Mundo, R. M. / Port el Ketif , 09-03-2011

Enviada especial

Por la mañana no hay ni rastro de los clandestinos. Los pescadores que no se han echado a la mar reparan las redes en sus viejas barcazas. «Sí, estos barcos pueden aguantar un viaje a Lampedusa», afirma uno de ellos con mirada desconfiada.

El guardacostas deja ver una sonrisa delatora cuando se le pregunta por los ‘harraga’. «Los dueños de los barcos pagan sobornos para que hagan la vista gorda», constatan los aspirantes a comprar un billete de ida. «Vienen de todas partes, de Argelia, de Libia y de todo Túnez para salir hacia Europa», añade.

Los ‘coyotes’ del mar van casa por casa por Ben Gerdane reclutando carne de cañón. «Los dueños de los barcos son gente rica. Compran un barco o varios y le pagan a un patrón para que navegue hasta Italia», cuenta Hedi.

El barco que salió anoche se dirigió primero a la costa libia para luego dirigirse a aguas internacionales donde no hay patrullas por el conflicto y de ahí, a Lampedusa. Mañana sale otro barco-patera de Port el Ketif.

Del pequeño puerto de pescadores de Port el Ketif a pocos kilómetros del campamento de refugiados de Choucha, en la frontera partió anoche un barco con 120 chicos rumbo a un futuro clandestino con un puñado de sueños mezclados con el olor a sal.

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