Una alemana huye en patera

Las Provincias, 08-03-2011

Una señora rubia y alta llama bastante la atención en una patera de magrebíes, y es lo que se encontraron ayer en la isla italiana de Lampedusa los equipos de rescate que atienden a los cientos de inmigrantes que llegan estos días desde la costa africana. Pero la historia de esta mujer es aún más sorprendente: se llama Tina Rothkamm, es alemana, de unos cuarenta años, y se ha jugado la vida por escapar de Túnez llevándose a su hija, la niña de nueve años que llevaba en brazos.

Es fruto de su matrimonio con un tunecino del que se ha divorciado, pero que se negaba a darle la custodia de la pequeña. Según afirma, los tribunales alemanes se la habrían asignado a ella, pero su esposo no aceptaba la decisión y no había manera de salir del país con la niña. La única es la que ha tomado a la desesperada. Irse a una playa de Djerba, pagar mil euros y embarcarse en una de las muchas naves que zarpan estos días rumbo a Italia en medio del caos de Túnez y Libia, aprovechando el fin de la vigilancia de las autoridades.

Al llegar a Lampedusa, después de una travesía de 20 horas de incertidumbre y frío con más de cien personas a bordo, Tina Rothkamm contó su historia, pidió hablar con su embajada y dijo que nada de centro de acogida, que ella se iba a un hotel. «Pueden verificar todo, huyo de un marido violento que quería quitarme a mi hija para siempre, pero al final he sido yo la que me la llevo a mi país…», ha declarado a la Policía italiana, según relataba ayer el ‘Corriere della Sera’. Habría explicado que las autoridades tunecinas no reconocieron la resolución de los tribunales alemanes y su exmarido, «violento como siempre, alegando las costumbres de su país», intentó quitarle la niña. «Intenté mil veces salir de Túnez, pero era imposible coger un avión», explicó. Por eso pensó en pasar a Libia e intentar tomar un vuelo desde allí, pero la revuelta frustró sus planes: «Al final la única vía de fuga era la de los chicos tunecinos que escapan de su tierra. Mi hija, que habla árabe, me servía de intérprete. Me emocioné al ver las primeras luces de Italia desde la barca».

Curiosamente no es el primer alemán que llega por sorpresa a Lampedusa, porque ya la semana pasada aparecieron dos compatriotas suyos en una, aunque en ese caso se trataba de periodistas que querían seguir de cerca la aventura desesperada de los inmigrantes. La señora alemana fue sólo una más de las 1.400 personas, casi todas tunecinas, que llegaron ayer a la isla italiana, el punto más al sur de Europa y que se halla a poco más de cien kilómetros de la costa africana. En estas semanas está en plena emergencia porque se teme que el caos de Libia y Túnez desemboque en una avalancha de inmigrantes que se lancen al mar hacia la isla, la puerta de Europa más cercana. Las cifras apocalípticas que manejan el Gobierno italiano – hasta 300.000 personas – y la UE – incluso un millón y medio – de momento no se hacen realidad, pero lo cierto es que apenas ha comenzado el buen tiempo han llegado 16 naves en un día y anoche se avistaron otras cinco.

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