SE RESISTE A DESAPARECER

De la cabina al locutorio

En el último año se han retirado 25 cabinas más de Pamplona y apenas quedan unas 200. Este elemento, sin embargo, se resiste a desaparecer ampliando sus servicios y manteniendo una clientela relativamente fiel de jóvenes, personas mayores e inmigrantes.

Diario de Noticias, Ander Goyoaga, 06-03-2011

mucho ha llovido desde la instalación de las clásicas cabinas telefónicas de doble puerta y más aún desde que de las farolas del Paseo Sarasate colgasen teléfonos públicos en los Encuentros de 1972. Hoy en día desde la mayoría se pueden mandar mensajes y unas pocas incluso cuentan con servicios de cardioprotección para evitar la muerte súbita cardiaca. Entre unas y otras, sin embargo, un acontecimiento las ha condenado a un futuro incierto: la generalización del teléfono móvil. Desde entonces nada ha vuelto a ser lo mismo para este utensilio que antes era de uso diario para la mayoría y ahora se resiste a desaparecer multiplicando sus servicios hasta límites insospechados. En el último mes, en Pamplona se han desinstalado otras 11 cabinas, y son ya 25 las que se han retirado desde hace un año. Quedan algo menos de 200 cabinas. Mientras, en Navarra hay casi 400.000 móviles con contrato y unas 280.000 líneas de teléfono fijo.

En la Pamplona de hoy difícilmente podrá ocurrirle a alguien lo que a José Luis López Vazquez en La cabina o, más recientemente, a Colin Farrell en Última llamada. Las cabinas con puertas prácticamente han desaparecido de la ciudad y hay quien piensa que el resto llevan el mismo camino. De hecho, cada vez es menos común ver a un ciudadano enfurruñado porque no le han devuelto los cambios. Para la mayoría, su uso forma cada vez más parte del pasado. De ahí que las cabinas en España vayan desapareciendo lenta, pero inexorablemente. En 2002, con el teléfono móvil ya en el bolsillo de millones de ciudadanos, aún quedaban en España cerca de 100.000 teléfonos de uso público entre los colocados en la vía pública y en establecimientos hosteleros. Hoy quedan aproximadamente la mitad, unos 50.000. En la misma proporción, en Pamplona quedan unas 200 cabinas cuando hace una década este número se duplicaba.

Pese a todo, según sostienen desde Telefónica, no tienen ninguna intención de retirar este servicio. “Telefónica es la única operadora que mantiene en Navarra una red de telecomunicaciones pública y piensa seguir manteniéndola. Es evidente que la telefonía móvil y otros avances hacen que las cabinas tengan un menor uso en algunas zonas. Y es cierto que en algunos lugares se quitan, pero también se colocan en nuevos barrios. Hay colectivos que son bastante fieles usuarios de cabinas. Se suele tratar de inmigrantes y de la población situada en los dos extremos de la pirámide: personas mayores o muy jóvenes”, explica el responsable de comunicación de Telefónica en la zona norte.

Una hora en la plaza del castillo

10 usuarios en nueve teléfonos

Lo cierto es que una hora en la Plaza del Castillo vale para darse cuenta de que tan cierto es que las cabinas mantienen un perfil de usuario como que su uso se ha reducido drásticamente. Entre las 16.00 y las 17.00 horas del viernes, diez personas utilizaron alguno de los nueve teléfonos colocados de dos en dos en los cinco postes de este lugar (uno de los teléfonos no funcionaba). De entre estas diez personas cinco eran inmigrantes, cuatro jóvenes – el mayor de ellos tenía 22 años – y únicamente un trabajador riojano de 55 años al que no le funcionaba el móvil quedaba fuera del perfil habitual de usuario.

Según explicaron los ciudadanos procedentes de otros países, alternan el uso de estos teléfonos públicos con el de locutorios (en ese momento el más próximo se encontraba cerrado). Sus precios son, según apuntan, muy similares, aunque en los locutorios cuentan con más comodidades. Entre los jóvenes, los cuatro se acercaron a estas cabinas por el mismo motivo: no tenían saldo en el móvil. Y tanto unos como otros coinciden en que, de desaparecer, echarían mucho de menos este servicio. El usuario que quedaba fuera de este perfil confesaba que llevaba años sin utilizar un teléfono público; en su caso, sin embargo, este viernes le sirvió para salir de un apuro.

nuevos servicios

Hasta servicios de cardioprotección

Pese a todo, un balance de 10 usuarios en 60 minutos parece un bagaje demasiado pobre, por mucho que, sobre todo en el caso de los inmigrantes, las llamadas fuesen relativamente largas. De ahí que Telefónica haya optado por diversificar al máximo sus servicios hasta límites sorprendentes. “Consideramos que Telefónica cumple con una labor social con aquellos sectores que mantienen un uso de teléfonos públicos. Además, hoy en día cumplen multitud de servicios. Se pueden recargar los móviles de prepago, se pueden mandar mensajes sms e incluso mensajes de texto a teléfonos fijos con pantalla o e – mails. Dentro de determinadas campañas en colaboración con algunas ONG incluso se han podido hacer donativos. Lo más llamativo quizá sea que en algunos centros comerciales y en centros deportivos se han llegado a instalar servicios de cardioprotección para evitar la muerte súbita cardiaca”, explican desde la compañía.

Por el momento, la Ley General de Telecomunicaciones (Ley 32/2003) sigue estableciendo, dentro de las obligaciones de servicio universal, el deber de mantener una red de cabinas en la vía pública (fija otras obligaciones como la de ofertar tarifas para personas con necesidades especiales o la de distribuir una guía de teléfonos que se actualice año a año). El Gobierno designa cada año el operador que debe prestar el servicio universal y hasta el momento siempre ha sido Telefónica. Queda la duda de hasta cuándo se mantendrá esta obligación y de si, en caso de desaparecer, alguna compañía estaría interesada en continuar prestando este servicio y por cuánto tiempo. Al ritmo actual, en el que al año desaparecen en España casi 5.000 teléfonos públicos y más de una veintena en Pamplona, en una década serían poco más que un recuerdo para nostálgicos.

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