Libertad con cargos para los cinco detenidos en Santurtzi por abusos a dos niñas

El Correo, G. ASCORBEBEITIA/ A. DE LAS HERAS, 06-03-2011

Las cinco personas detenidas el viernes en la localidad vizcaína de Santurtzi por los abusos infligidos a dos niñas – los padres de las menores, de 6 y 12 años, y los tres jubilados que las sometían a tocamientos – han quedado en libertad con cargos, a la espera del juicio, tras prestar declaración ante la jueza de Barakaldo encargada del caso. Las pequeñas, entretanto, permanecen acogidas en un piso bajo tutela de la Diputación vizcaína. La pareja, de nacionalidad rumana, tiene otros cuatro hijos más que seguirán viviendo con ellos, según indicaron fuentes de la investigación.

El suceso que conmocionó a la localidad marinera saltó a la luz pública el viernes. Agentes de la Ertzaintza detuvieron a unos padres, de 33 y 38 años, bajo la acusación de prostituir a dos de sus hijas menores: las ofrecían presuntamente a personas de edad avanzada para intercambiar con ellas tocamientos de índole sexual por cantidades que oscilaban entre uno y cinco euros. Entraron en contacto en el parque Gernika y los encuentros íntimos se producían en un restaurante chino. Las primeras investigaciones comenzaron a mediados de febrero, pero algunos de los usuarios habituales de esta zona llevaban ya meses sospechando que «algo raro» pasaba.

«Veía a las niñas acercarse a los señores mayores en los bancos y al principio me imaginaba que trataban de robarles», comentaba ayer María, mientras hacía el crucigrama del periódico en el mismo lugar donde hasta hace pocos días se producían los contactos. «Pero luego, al verles marcharse con ellas, ya me empezó a parecer que había algo más».

Fue precisamente la denuncia de un ciudadano, que como María sospechó que algo turbio había tras esas extrañas relaciones, la que puso en alerta a las autoridades. Desde el parque, las niñas acompañadas de sus padres y sus ‘clientes’ se acercaban hasta el local regentado por ciudadanos chinos. Allí, mientras los progenitores esperaban en la barra del local tomando una consumición, sus hijas se dejaban manosear por tres jubilados de Santurtzi de 63, 70 y 78 años, que han sido acusados de corrupción de menores.

«Siento asco»

Alguno de estos hombres ya era famoso en la zona por rondar a niños. «Cada vez que le veía aparecer por el parque cogía a mi hija y me marchaba. Todos le conocemos ya», comentaba un vecino de la cercana calle Las Viñas, padre de una niña de cinco años y que prefirió mantener el anonimato. Ayer no cabía en sí de indignación: acababa de cruzarse con este mismo individuo cerca de su casa. «No hace ni dos días que le han pillado y ya está en la calle», exclamaba. El supuesto corruptor de menores tiene fama en el barrio por varias costumbres excéntricas que sus vecinos han pasado por alto hasta ahora. «Cuando se cruza conmigo por la calle y me saluda siento verdadero asco», añadía el padre de la niña.

Los investigadores averiguaron que los padres de las menores contactaban con varios señores mayores casi a diario después de que sus hijas salieran del colegio. La pareja no se dedicaba simplemente a consentir los encuentros, era parte activa de los mismos al instar a sus hijas que los buscaran. Según informó el Departamento vasco de Interior, las propias niñas se acercaban a hombres mayores de 60 años, siempre por indicaciones de sus padres.

Sin embargo, no todo el mundo estaba al corriente de los contactos que tenían lugar en la zona. Koldo jugaba ayer con su hija de cuatro años en el mismo parque Gernika donde han tenido lugar los hechos en compañía de su madre, Clara. Ayer todavía no daba crédito a la noticia. «Si alguna vez lo he visto, he debido mirar para otro lado, porque algo así para mí es completamente inimaginable», comentaba con la indignación dibujada en su rostro.

Rondando a las pequeñas

Su madre, por el contrario, sí que se «olía» algo. «Siempre hay dos o tres viejillos aquí y en el parque de abajo rondando a las chavalillas de doce o trece años. Eso no es normal», argumentaba. «Todos los padres nos hemos quedado de piedra, si hubiera sospechado algo no habría traído aquí a mi niña ni loco», sentenciaba Koldo.

Al igual que ellos, Encarna García también frecuenta el parque Gernika. Ella tampoco tenía ninguna sospecha de lo que estaba pasando. «En los bancos que están bajo la marquesina suele haber siempre una cuadrilla grande de rumanos, pero yo no miro mucho para allí y no me he enterado de nada», explicaba. Ayer, al igual que el día anterior, no había ni rastro del citado grupo de inmigrantes. «Los padres que ofrecen así a sus hijos son una vergüenza, pero los que pagan por tocar a niñas son aún peores», sentenció.

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