"Soy un constructor de juegos"

El País, PATRICIA ORTEGA DOLZ, 04-03-2011

En la Amazonia colombiana, concretamente en la región de Putumayo, el curaca (el chamán de la zona) te indica que busques un árbol en la selva y que estés toda la noche bajo sus ramas: “Si sabes escuchar él te responderá a tu pregunta”. Enrique Vargas, director de Oráculos, se ha convertido en una especie de chamán en Madrid, concretamente en San Agustín de Guadalix donde, desde ayer y hasta el próximo 3 de abril, se presenta esta propuesta teatral de la compañía Teatro de los Sentidos, una experiencia para que el espectador se responda a su propia pregunta.

“No hemos inventado nada, sencillamente volvemos al teatro que ya realizaban las culturas helénicas y que hemos olvidado en Occidente. Nos remontamos a ese antiguo formato en el que no existía una separación entre espectador y actor, trabajamos sobre la naturaleza de la experiencia, hacemos hincapié en la vivencia frente a la recepción de una información”, explica en un receso del espectáculo.

Ha tenido que pasar más de una década para que esta compañía regrese a Madrid con un montaje de estas características: un laberinto de silencios en el que cada cual podrá escuchar su propia voz y descubrir los porqués de sus intuiciones, lo que no sabía que sabía, en una hora y cuarto de juego.

“Se trata de crear las condiciones de posibilidad para que la gente juegue a escucharse. Y como todo buen juego es una cosa seria y esconde cierto misterio”, asegura Vargas, “más que un dramaturgo, soy un constructor de juegos”, dice quien desde que tenía seis años ya creaba recorridos llenos de sorpresas entre los cafetales de su pueblo para sus vecinos.

Esta vez se han llevado el laberinto a San Agustín de Guadalix, “porque el alcalde, Jesús Sainz Arias (partido Independiente), quiere ubicar su municipio en el mapa cultural de la capital, al fin y al cabo está a media hora de la ciudad en autobús [32 kilómetros por la A – 1], se tarda más en moverse por el centro en metro”, comenta Vargas.

Desde ayer puede cogerse ese autobús para iniciar un viaje casi chamánico que acaba en la llamada Casa de Gus, el centro de juegos del municipio de la sierra norte madrileña, suficientemente deformada para que cualquiera que cruce su puerta entre en otro mundo, tan grande o tan pequeño como su imaginación.

Oráculos ha viajado ya por medio planeta y después de Madrid viajará más: Dinamarca, Singapur… “Es curioso ver las reacciones de la gente”, dice Vargas. “Una vez que se crean las condiciones para que la gente se ponga a jugar, responden de una manera parecida, aunque algunas culturas, como la danesa, tardan más en entrar en el juego, pero cuando lo hacen se liberan del todo; otras, como las caribeñas, entran de lleno y, sin embargo, luego se retraen”, cuenta. Vargas asegura que lo que más ocurre es que la gente, de cualquier lugar, no quiere salir del laberinto. “Cuando llegan a la ‘zona de descompresión’ no quieren tomar el camino de salida, afuera hace mucho frío”. A Alicia le pasaba algo parecido en el País de las Maravillas de Tim Burton.

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