Amorebieta trabaja por fomentar la convivencia intercultural en las aulas

El Correo, MANUELA DÍAZ, 03-03-2011

La integración entre culturas no se logra de un día para otro. Con la idea de poner los primeros escalones, cuatro centros de Amorebieta donde asisten escolares del Magreb, Europa del Este y Lationamerica participan en los talleres de convivencia intercultural que imparte el Servicio Vasco ‘Biltzen’ y el Ayuntamiento. El objetivo es potenciar entre los alumnos de la ESO las relaciones y experiencias entre inmigrantes y nativos a través de la presencia en el aula de profesorado de origen extranjero. «Hacerles perder el miedo a lo desconocido y que vean desde el otro ángulo el rechazo que sienten los inmigrantes y sus miedos favoreciendo el respeto a lo diferente», aseguró Rosario Siles, una de las profesoras.
Siles sabe de lo que habla. Es boliviana y llegó hace seis años a Euskadi. «Me sentí perdida y conocí el rechazo y el miedo, es un proceso normal que quiero que entiendan y acepten», afirmó. Una experiencia que comparten alumnos como Said, un marroquí de 14 años alumno del instituto de Urritxe. Consciente de la existencia de una «barrera» entre «la gente de aquí y los de fuera», apuesta por la «diversidad» como fuente de «riqueza cultural». Said vino con cinco años a Amorebieta, y pese a los nueve años que lleva en el municipio su «cuadrilla» está compuesta por inmigrantes. «Es algo normal porque van a la misma clase», asegura Endika, quien reconoce que llevaría «bastante mal» tener que emigrar a otro país.
En el curso en el que se aborda la identidad, la inmigración y el conflicto,«se están sensibilizando bastante, aunque el problema es que los prejuicios están metidos en sus casas», detalla Siles. Sobre todo con el colectivo de rumanos, el más numeroso del municipio, en el que se ha focalizado el rechazo y que, según los profesores, en muchos casos se produce un aislamiento voluntario por parte de los escolares de esta etnia.
Existe voluntad por lograr esa integración por parte de profesorado y alumnos, pero falta mucho para hacerla efectiva. «No solemos estar con ellos, salvo en las actividades extraescolares», reconoció Olaia, de 12 años.

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