Y DE MARRUECOS A NAVARRA

"En Navarra estamos peor que en Marruecos"

Algunos de los miembros del colectivo marroquí en Pamplona explican, ante las protestas que se están sucediendo en su país, que les preocupa más su situación en Navarra que las revueltas

Diario de Navarra, IVÁN BENÍTEZ . PAMPLONA., 22-02-2011

OORACIÓN en la mezquita de San Jorge. Son las 13.20 horas. El interior del templo es un goteo intermitente de fieles. Se contabilizan 40 pares de zapatos en las baldas de entrada. “A las siete hay más gente…”, exterioriza Hassan, invitando al extraño a sentarse y esperar diez minutos, que es lo que dura el rezo. “Terminamos en diez minutos”. Hassan se despoja del gorro de lana y procede a la ablución: cara, manos, cabeza y pies.
Este carnicero en paro, de 48 años, más navarro que marroquí – lleva 20 años – llegó el domingo desde Rabat después de un viaje de más de 24 horas en autobús. " Rabat – París – San Sebastián – Pamplona", ríe al recordar el periplo, “luego muestra el billete. Suelo ir una vez al año”.

En el exterior del templo, en el patinódromo, un hombre, de 40 años, enfundado en un abrigo marrón con gorro, camina bajo la lluvia cabizbajo y con las manos en los bolsillos. Un bolso azul le cruza por el pecho. Aunque el joven, natural de Casablanca, se deja fotografiar, prefiere no revelar su nombre. “Mejor así”, ruega en un buen castellano. Tras dar el visto bueno a la fotografía, comienza su historia con un interrogante:

“¿Por qué os interesa ahora Marruecos…? Aquí, en Navarra, los marroquíes estamos peor”. Pide entrar en una tienda de alimentación próxima. Sacude el agua del chaquetón y se quita el gorro. Al levantar la mirada, la clava. Sus ojos son color miel. Sus dientes blancos, muy blancos. En un momento dado, traga saliva y se muerde las muelas. Echa mano a la bolsa azul y descubre su interior. Está llena de curriculum.

“Mi último trabajo serio fue en 2007, pero me operaron de una hernia discal y me echaron. Si no encuentro algo rápido tendré que irme”, confiesa."Soy electricista. Nací en Casablanca. Llegué a Navarra hace 12 años . Estoy peor que nunca. Tengo miedo. Temo que no me contraten por decir algo indebido. Sólo cobro 420 euros de la renta básica – la ayuda se le ha terminado y no lo sabe – , ¿qué voy a hacer ahora?, demanda afligido. “Mis hijas han nacido en España y las he tenido que enviar a Marruecos con su madre. Las cosas están tan mal. Hasta hace un año, vivía con mi mujer y mis hijas en una habitación. No era vida. No puedo soportar más la situación. Prefiero que vivan allí, con mi familia”.

Rabat – Navarra

Diez minutos después, de regreso a la mezquita, Hassan espera apoyado en la fuente de piedra seca que decora el interior. A su lado, se encuentran Andel (34 años), Houssain (27), Amar (55), Abdelali (30) y El Jillali (30). Todos comparten la opinión de su compatriota de Casablanca. Si la situación económica está espoleando a una gran parte de la sociedad española, lo está haciendo en mayor medida con los inmigrantes, y en particular con los marroquíes y argelinos, que no consiguen la nacionalidad española hasta pasados 12 años.

“Yo volvería a mi país si tuviese algo allí”, afirma Hassan con rotundidad, a la vez que muestra el billete de autobús que le trajo de Rabat hace dos días. “Salí el vienes a la noche y llegué a Pamplona ayer (por el domingo). He estado dos meses viendo a mi mujer e hijas”. Hassan vino por primera vez a Pamplona hace 11 años, “¡y con visado!”, asevera con vehemencia. “Empecé trabajando de matarife en Orkoien. Soy muy bueno. Ahora estoy en el paro. Duermo en casa de un amigo. Sobrevivo con trabajos puntuales”, explica. “¿Qué opinamos de la situación actual de mi país?”, profiere, elevando el tono. Alguien le amonesta. Él mantiene el vigor: “¡Es ridícula!. ¡Esas manifestaciones no se han producido contra el rey de Marruecos sino contra el gobierno corrupto que le rodea! Allí, en mi país – subraya mi país – hay trabajo para los extranjeros y para nosotros no”.

“El país ha mejorado con el rey Mohamed VI. El problema son los que les rodean”, interviene ahora Amar, que tuvo que salir de Melilla hace 20 años por problemas en Marruecos. “Mi hermana es refugiada política. Era senadora. También huyó”. Abdel y su hermano Houssain asienten mientras escuchan. “Nosotros estamos pensando en regresar a Marruecos”, se lamentan. “Después de tanto tiempo… no hay manera de salir adelante”. Abdel salió de Alhucemas con 20 años, entonces pensaba que Europa era diferente. “Todos en Marruecos creíamos que Europa era el paraíso. Y todo es mentira. Vivimos peor que antes. Peor de lo que lo estaríamos en Marruecos. Pienso volver a mi país, con nuestra madre”, le mira a su hermano, “no nos preocupan las revueltas. Marruecos no es Libia ni Túnez. No habrá guerra civil”, afirma convencido. “Lo que no entiendo”, manifiesta con los ojos bien abiertos, “es que no salgáis a la calle. Tengo muchos amigos, navarros, ahogados por las deudas. No lo comprendo”, reincide.

Abdelal, de 30 años, es el que mejor habla castellano. Lleva en Pamplona 13 años y vive solo. Como al resto, apenas le quedan recursos. No cobra el paro ni recibe ayudas. Se siente en las últimas. “Gastas poco y aguantas. Pero los ahorros se van… Los marroquíes estamos sufriendo más aquí que allá. Muchos vendieron todo lo que poseían. Creían en una vida nueva. Hoy, ya no les queda nada. ¿En qué situación psicológica crees que nos encontramos? Cada emigrante necesita un psicólogo. Es complicado regresar. Los salarios son muy bajos. Las empresas españolas, también hay navarras, que se han asentado en mi país, se aprovechan de la mano de obra barata. Pagan entre 150 y 200 euros al mes por hacer el mismo trabajo. No me interesa lo que pasa en Marruecos”, confiesa. Entonces, viene a la mente la frase de su paisano de Casablanca: “Aquí estamos peor que en Marruecos”.

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